Diario Córdoba

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Aurora Genovés

Tribuna abierta

Aurora Genovés García

Un instante prestado

La historia de muchas mujeres se expresa a través de la figura de Loli y su lucha constante contra la adversidad

Hay personas a las que la vida les da la espalda, a las que les niega la posibilidad de ser felices y vivir tranquilamente. Su biografía está marcada por situaciones y sucesos uno detrás de otro, sin solución de continuidad, que lastran su existencia.

Esta pequeña historia no se refiere a una persona en concreto, sino a la mezcla de varias mujeres que se han enfrentado a situaciones parecidas. En nombre de todas ellas, a nuestra protagonista la llamaremos Loli.

Loli había sido violada, el agresor, un conocido, la había convencido para tomar una copa con la excusa de entrevistarla para darle un trabajo de limpiadora. Ella aceptó confiada y tal como habían quedado la recogió en su coche. Una vez en marcha, el conductor paró el vehículo en un lugar alejado y oscuro, cerró puertas y ventanas y la agredió.

No era la primera vez que tenía contacto con la Justicia. Algunos años atrás se había divorciado de su primer marido y el procedimiento contencioso, del que no salió muy contenta, duró cerca de dos años. Poco tiempo después conoció a una segunda pareja, que la maltrataba; tras la pertinente denuncia se dictó contra él un auto de alejamiento y fue condenado. No había terminado el procedimiento, cuando el banco le reclamó las cuotas impagadas de su hipoteca y procedió contra ella y su exmarido. Desde hace algunos meses no recibe la pensión de alimentos de sus hijos y ha tenido que solicitarla judicialmente. Su empresa cerró a consecuencia de la pandemia y se quedó sin trabajo; el juzgado declaró su despido improcedente.

Ha recorrido casi cada planta del nuevo edificio de la Ciudad de la Justicia, conoce a un buen número de abogados y procuradores, sabe lo que son las esperas interminables en los pasillos de dependencias judiciales o administrativas, y llama por su nombre al personal de servicios sociales.

Romper la mala racha, cambiar el karma o esquivar la mala suerte no está al alcance de todo el mundo. Loli se pregunta qué más podría pasarle, por qué se acumulan en ella las desgracias y los problemas. Vivió en su infancia cómo su padre abandonaba a su familia, cómo su madre trabajaba sin descanso para sacarlos adelante y cómo moría prematuramente, de forma que desde los 18 años ha sido la responsable de sus dos hermanas menores.

Ella, luchadora, simpática y trabajadora, no se da por vencida. Cuando hablamos la primera vez llevaba en su carpeta, perfectamente organizado, todo su historial clasificado por procedimientos de forma cronológica, desde el primer escrito hasta la resolución final. No se consideraba una víctima, creía que había pasado por rachas malas que había ido superando. Había aprendido a resolver problemas dentro de sus posibilidades, siempre con la esperanza de que antes o después todo se resolvería y a pesar de todo no derramó ni una lagrima. Pensé que eso debería de ser la resiliencia. Esa capacidad para superar las adversidades no es una cualidad que la tenga todo el mundo. En ella era realmente excepcional. Su mundo estaba permanentemente quebrándose pero ella se había acostumbrado a convivir con la adversidad.

Leí en alto el informe psicológico que colocó encima de mi mesa. Estrés post traumático compatible con los hechos denunciados. No depresión ni ansiedad. No necesita medicación.

Entonces Loli me dijo: conozco a gente a la que todo le sale bien, me gustaría tener un poco de su buena estrella, yo sé que en cualquier instante cambiará mi suerte, aunque sea un instante prestado.

*Abogada

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