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María Jesús Monedero

Vela encendida

María Jesús Monedero

Protestas

La noche del 3 al 4 de junio de 1989, el Ejército chino recibió la orden de dispersar las protestas que llevaban casi siete semanas en la plaza de Tiananmen. Lo que sucedió después fue catalogado como la masacre de Tiananmen. En Hongkong, desde 1990, cientos de miles de personas participaban el 4 de junio en una vigilia de recuerdo. Este año, con la Nueva Ley de Seguridad, el grupo que la organizaba ha sido disuelto y sus dirigentes están en la cárcel.

Protestar no es juntarse para criticonear en el bar. No es pagar la frustración de una gestión con la persona que nos atiende. Protestar es una forma legítima de defender los derechos civiles. El retroceso en las libertades y la persecución de la protesta se está generalizando en todo el mundo. Y es preocupante. No hay que olvidar hechos como el de Tiananmen. Pero, con intención preventiva, tampoco deberíamos ignorar realidades cercanas, aunque parezcan de menor importancia. El próximo 1 de julio se cumplirá el séptimo aniversario de la Ley de Seguridad Ciudadana, también conocida como Ley Mordaza. No es anecdótico el nombre coloquial por el que se la conoce. No hay peor mordaza que la que se autoimponen ciudadanas y ciudadanos que no quieren enfrentarse a multas y detenciones ante las que sienten indefensión. En los últimos días, se han difundido dos casos que nos deben hacer reflexionar: El fotoperiodista Javier Bauluz, premio Pulitzer, escribió en Twitter «Me aplican la#LeyMordazasin derecho a juez, testigos, pruebas. Indefensión Total = 1.000 euros.» Bauluz intentaba, con muchas dificultades, documentar la situación de las personas que estaban hacinadas en el Muelle de Arguineguín, en Canarias. Unos días después, la Brigada Antiterrorista de la Policía Nacional detuvo a 14 científicos y activistas climáticos que lanzaron zumo de remolacha, simulando pintura, para protestar por la inacción climática. Les aplicaron «el mismo protocolo que si hubiéramos sido criminales».

Yo, hoy, quiero protestar por quienes no pueden hacerlo: Por las personas con albinismo. El lema de este año (13 de junio) ha sido «Unidos para que se escuchen nuestras voces». Por quienes siguen atrapados en campos como el de Moria, que sigue existiendo aunque no hablemos de él. Por los refugiados de Reino Unido que fueron llevados a la fuerza al vuelo de Ruanda esposados, recibiendo patadas y puñetazos; vuelos paralizados de momento. Por los menores que trabajan en las minas de cobalto para que no nos falten componentes electrónicos. Por los menores que se utilizan en Perú para limpiar los vertidos de petróleo.

*Activista de Amnistía Internacional

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