Diario Córdoba

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Miguel Donate Salcedo

CALIGRAFÍA

Miguel Donate Salcedo

Grohl

Llevo algunos días viendo en bucle una grabación de la actuación de Dave Grohl en la presentación de su libro ‘The Storyteller’, el pasado 12 de octubre de 2021. En un momento dado, y es lo que sale en el vídeo, se coloca en una batería Ludwig y empieza a sonar ‘Smells Like Teen Spirit’, con la voz de Kurt Cobain. En sí mismo no tendría por qué ser raro: Grohl fue el último batería de Nirvana y en circunstancias normales, legítimamente, podría haberse labrado una carrera alimenticia desde 1994 explotando la marca. Grohl tiene un nivel de éxito muy alejado de lo normal, y ha dejado en paz Nirvana --de hecho, ha pasado años asegurándose de que Nirvana y Cobain conmurieran-- mientras convertía a Foo Fighters en un grupo de rock de reputación legendaria.

La interpretación, técnica a un lado, está hecha de un material extraño e hipnótico. Grohl no está allí, está viajando en el tiempo. No había visto en todos estos años a Grohl interpretando la canción acompañando la voz de Cobain. Él explica que después del suicidio de Cobain no quería saber nada de música, ni de Nirvana, ni de la voz de Cobain misma, que tardó años en poder oír sin horrorizarse. Grohl, que se ha ganado como compositor fama mundial, se avergonzaba de compartir sus trabajos con Cobain, y cuenta que en los ensayos no había sugerencias, no había un proceso común de creación: llegaban y dejaban que el talento de Cobain fuera inundando la habitación hasta ahogarlos. En una entrevista, le preguntan si no se sentía, en cierto modo, como George Harrison. «Claro», decía. «Es que en la habitación de Harrison estaban Lennon y McCartney. En la mía estaba Cobain. ¿Qué iba a decir?».

Grohl era algo más joven que Cobain, y hay vídeos en los que bromea (Cobain) entre la condescen-dencia y las ganas de quemar la sangre a un hermano pequeño. En el conocido concierto acústico de la MTV, la batería se toca a un volumen bajísimo, porque en los ensayos a Cobain le incordiaba el mero hecho de oírla. Cuando se suicidó, pasaban un momento regular: según Grohl, como mínimo habrían descansado unos de otros un tiempo considerable.

En el vídeo, claro, Grohl, o el personaje que en ese momento es Grohl y manejamos los espectadores, puede volver atrás treinta años, y tocar como si estuviera al lado de su amigo, como si el mejor momento de su vida artística no fuera a acabar nunca, como si realmente pudiera inmolar todo el talento personal, cualquier ambición, por estar al calor de su compañero. Con un matiz: puede volver siendo el Dave Grohl de ahora, y tocar según su canon, sin ser inaudible. Puede no hacerle caso a Cobain para homenajear a Cobain, y quedar en paz. Es ostensible que cuando termina de tocar vuelve al frío desde un lugar cálido.

La canción termina, se levanta y se va. Ni saluda. Como dice alguien en los comentarios (previsiblemente entregados a fabular, como yo aquí): «Es como si la realidad acabara de golpearlo, ya no es 1992 como lo ha sido en su mente durante estos cinco minutos, y Kurt no está ahí».

*Abogado

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