Diario Córdoba

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José Luis Rodríguez

ELECCIONES 19J

José Luis Rodríguez

El futuro de la vaca Fadie

La asesora lo tendría difícil pese a haber sido estrella mediática

Si Juanma Moreno gobernara en la próxima legislatura y contratara como asesora a la vaca Fadie, y la enorme lechera tuviera que abandonar su idílico paraje de Añora para instalarse en los brillantes pasillos de San Telmo, lo primero que preguntaría sería por el precio de la leche, para compararlo con el que le pagan a la ganadería Las Cruces cuando la vende al envasador. En su despacho, sembrado como los castillos medievales con olorosa paja y romero para no resbalarse en el mármol, Fadie recibiría a los ganaderos para conocer su situación real, y, asombrada de la complejidad del mundo humano, llamaría a los consumidores para saber de sus preferencias y tribulaciones. Fadie se tomaría muy en serio su papel de asesora y, cuando se documentase suficientemente, pediría audiencia con el presidente para proponerle reformas e inversiones que favorecieran a todas las partes implicadas en el proceso. A la vaca, por mucho empeño que pusiera, le resultaría muy difícil comprender que, además de las empresas y los consumidores, hay que tener en cuenta la normativa europea, los países terceros, la sequía, los precios del carburante, el gasto disparado en electricidad, las cotizaciones a la Seguridad Social, el IVA y la clasificación Nutriscore, que le da más puntuación a la leche desnatada, lo que Fadie encuentra demasiado sofisticado. Ni que decir tiene que Fadie presentaría su dimisión tras decirle al hipotético presidente: «Te he dado suerte para llegar hasta aquí, pero no puedo hacer más por ti. Me voy a mi prado, donde las cosas tienen un sentido».

El idilio platónico entre el candidato Moreno y la vaca de Los Pedroches ha sido un hito en esta primera parte de la campaña electoral, en la que, tras el debate del lunes en el que todo fue buena educación, apenas se ha levantado el tono. En los prolegómenos de la campaña y en sus primeros días, las cosas de Andalucía tuvieron una enorme repercusión en el ámbito político nacional, pero no hay que llamarse a engaño: el interés respondía al «laboratorio» andaluz en el que se pueden cocer consecuencias para el PSOE de Pedro Sánchez, el PP de Núñez Feijóo y el proyecto de «escucha activa» llamado Suma que Yolanda Díaz quiere activar a partir de los Sanfermines. Después, cuando ya se repasaron las encuestas y se analizó lo mismo de mil maneras, la atención española decayó un poco.

Puede que este fin de semana se haya elevado de nuevo el interés informativo con el desembarco de líderes nacionales en Andalucía, pero la realidad es que si sales de Twitter y paseas por la calle es difícil encontrar debate sobre las próximas elecciones autonómicas del 19J. La gente discute sobre lo anecdótico, las obviedades, la paracaidista de Salobreña Macarena Olona, las fotos de Juan Marín en la portada de un periódico nacional, la vaca tan citada, la que le han formado a Kichi -que no es candidato, pero sí su pareja, Teresa Rodríguez- en el Carnaval tardío de Cádiz, las promesas de Juan Espadas sobre la sanidad pública apenas tres años después de los recortes hechos por su propio partido... La gente se pregunta qué hacían los candidatos en el puesto de mando del incendio de Sierra Bermeja (estorbar, más que otra cosa), pero si no hubieran acudido se lo echaría en cara. Los obispos, prudentes, piden un voto coherente con el cristianismo para decir a continuación que ningún partido responde del todo a estos principios religiosos y aclarar que el cristianismo no es una ideología. Los candidatos hacen lo que pueden, anunciando sus proyectos, comprometiéndose con colectivos, sectores económicos, asociaciones ciudadanas y sindicatos, pero no se diría que nadie se los tome muy en serio. Parece la cunde cierta resignación indignada, es decir, una indignación de boquilla.

La campaña se va desarrollando y hasta se hace larga. Pronto habrá nuevas encuestas que comentar. Pero sobre el ciudadano medio se desploman los temores. La cesta de la compra ha subido como mínimo un diez por cierto, de la luz ya ni merece la pena comentar, todo en las tiendas está más caro, con o sin justificación. La gasolina es un disparate, y lo de Argelia, con el terror que podría suponer que nos viéramos sin suficiente suministro de gas, no parece una broma. Los empresarios quieren bajar los salarios, el empleo va bien hasta que las cosas se compliquen, y las pensiones penden de la bolsa pública, que cada día ve crecer la deuda y el déficit. Estamos en campaña, sí, y no es cosa de que los políticos tiren la toalla como la vaca Fadie, pero todo se confabula para intensificar la desafección. Un error, como si la cosa no fuera con nosotros, y vaya que nos afecta.

* Periodista

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