Diario Córdoba

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Carolina González

EL TRIÁNGULO

Carolina González

El precio de la incertidumbre

La muerte tenía un precio es el título de una gran película. Una de las muchas protagonizadas por Clint Eastwood. El hombre sin nombre, cazarrecompensas, ladrón de corazón justiciero y cabeza fría. Casi siempre.

El dinero puede con todo o con casi todo. Su ausencia, también. La falta de recursos puede llevar a cualquiera a cualquier cosa. La necesidad provoca, sin duda, sensaciones y actitudes desconocidas. Pero hasta que uno llega a ese momento va viendo avisos por el camino por recorrer. Como ahora, por ejemplo. En este momento la situación global está sembrando de dudas e incertidumbres todos los sectores. Primero la pandemia, luego la crisis de conductores y componentes, después la guerra de Ucrania y el consiguiente encarecimiento del gas y el combustible... Nunca antes se habían dado cambios tan profundos y agudos con consecuencias tan importantes para todo el planeta. Han convergido espacio y tiempo como nunca hasta ahora. Parón mundial y a la vez. Y aunque se extienda un ambiente optimista y positivo, todo apunta a que la economía nos dará algo más que un susto.

Las previsiones de crecimiento resultan obsoletas nada más ver la luz. Las medidas de los gobiernos para amortiguar las subidas de precios se quedan cortas en cuestión de días. La inyección de dinero de la Unión Europea «al principio opulenta» llegará justita para salvar los signos más graves de las caídas de las economías nacionales. Es insostenible que la cesta de la compra se dispare mes tras mes, que la gasolina no conozca techo y que cada vez haya que hacer más y más cuentas para pagar el alquiler, comer, vivir sin más.

Y esto no ha hecho más que empezar. Los tipos de interés se van a disparar, según nos advierten los expertos, y las hipotecas van a volver a niveles desorbitados aunque no se sepa con seguridad si alcanzaremos las cifras de la hecatombe de 2008. Porque certezas hoy, pocas. Y ya saben que la incertidumbre es de las pocas cosas que puede acosar hasta el derribo a la macroeconomía. Tampoco las domésticas se atreven a mucho más y cada vez son más los que prefieren ser conservadores con sus ahorros y sus empresas. Por lo que pueda venir.

Pero como en todas las crisis, unos saldrán mejor que otros. Habrá, incluso, quien se beneficie y salga fortalecido. O enriquecido. Porque siempre hay quien encuentra la oportunidad y el dinero. Y quien las pasa canutas y sufre. Ojalá las predicciones no se cumplan y esta especie de burbuja espacio-temporal se rompa sin demasiadas consecuencias. Ojalá el mundo salga indemne de lo que, parece, está por venir. Ojalá solo tengamos buenas noticias. Ojalá que de lo único que hablemos estas vacaciones sea de lo fría que está el agua.

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