Diario Córdoba

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Loles Álvarez

COLABORACIÓN

Lola Álvarez

La Adalia y El Vergel

Adela García, nacida en Córdoba entre 1820 y 1825, encabezó uno de los proyectos periodísticos más interesantes del siglo XIX

Se busca a una mujer nacida, presumiblemente, en Córdoba capital entre 1820 y 1825 y perteneciente a la burguesía de la época. Culta, de pluma ágil, con conocimientos de idiomas; y de nombre, Adela García, también conocida por el pseudónimo de ‘La Adalia’. Autora de una novela corta titulada ‘Julia’, esta cordobesa encabezó uno de los proyectos periodísticos más interesantes y, hasta ahora, más desconocidos que vieron la luz en la Córdoba de mediados del siglo XIX: el de la revista ‘El Vergel de Andalucía’, subtitulada como ‘Periódico dedicado al bello secso’ (sic).

Publicación efímera, como tantas lo fueron en aquellos años de eclosión de la prensa en nuestro país, de periodicidad semanal y con poco más de ocho páginas, ‘El Vergel’ vio la luz el 10 de octubre de 1845, distribuyéndose mediante suscripción, solo para mujeres, en Córdoba capital y provincia, aunque también se podía adquirir en la imprenta de D. Fausto García Tena, en la calle de la Librería, nº2, hoy calle Diario de Córdoba. Poesía, literatura, arte y teatro, centraban su contenido, en el que destacaban muy especialmente sus editoriales, firmados siempre por La Adalia, de claro corte feminista, en los que se reivindicaba (hablamos de 1845) el derecho de las mujeres a la educación y se defendía la necesidad de la formación y el trabajo como vías de liberación del sexo femenino del «yugo inexorable al que los hombres nos conducen». La Adalia se nos descubre, así como una precursora no solo del feminismo cordobés, sino del andaluz, adelantándose quince años a la publicación de los ‘Pensiles’, una serie de revistas inspiradas en ideas fourieristas, auspiciadas por dos gaditanas, Mª Josefa Zapata y Margarita Pérez de Celis, consideradas hasta el momento como las primeras teóricas del feminismo en nuestra tierra. Con maneras más moderadas, pero igualmente decididas, Adela García venía a defender parecidos principios ante sus conciudadanas, y convirtió al ‘Vergel’ en un espacio para las mujeres, ya que, como apuntaba en su primer editorial, «nadie puede comprender a la mujer mejor que la mujer misma».

Concibe a la educación como una vía para que las mujeres puedan formarse y seguir su propio camino, alejadas del designio social que las obligaba a depender para todo de los hombres «El día de la ilustración de la mujer --escribe-- será el día de la muerte para el altivo imperio del hombre» y, por si las dudas, y para no levantar muchas suspicacias, aclara más adelante: «No es nuestro objeto avasallar al hombre, pero sí colocarnos a su nivel, que es nuestro verdadero lugar del que injustamente se ha pretendido y se pretende lanzarnos». Más claro, imposible.

Pero Adela García no estuvo sola en este proyecto. Carolina Coronado, Robustiana Armiño, Angela Grassi, Manuela Cambronero y Amalia Fenollosa, reconocidas escritoras y notables directoras de publicaciones de la época, fueron colaboradoras de ‘El Vergel’. De todas ellas conocemos su historia, sus obras, y, sin embargo, de quien las dirigió apenas tenemos datos más allá de los que se pueden extrapolar de sus escritos en la revista. Fuera de ella, de Adela solo encontramos breves menciones en algunos periódicos de la época como ‘El Heraldo’ o ‘El Castellano’, ambos de Madrid, o en la prestigiosa revista ‘La Moda’, de Cádiz, que al dar cuenta del nacimiento de ‘El Vergel de Andalucía’ señalan su nombre y hablan de ella como «la directora».

El 21 de diciembre de 1845 se publicaba el último número de la revista y, a partir de ahí, nunca volvió a aparecer su firma en ninguna otra publicación. En su búsqueda hemos rastreado todos los archivos posibles y pareciera como si a esta cordobesa visionaria y pionera se la hubiese tragado la historia: ni fe de bautismo, ni referencia de padres o hermanos, ni en el registro de defunciones, ni en testamentos, censos o padrones. Nada. Adela García se nos convierte así en un personaje tan rodeado de misterio que bien podría haber sido inventado por alguno de los hermanos García Lovera (uno de ellos, Rafael, aparece como colaborador de la revista), hijos, a su vez, del dueño de la imprenta donde se imprimía y vendía la revista. El uso del travestismo literario fue muy común en el siglo XIX, en el XX e incluso llega a nuestros días (ahí tienen a los tres ganadores del último Planeta, firmando con el pseudónimo de Carmen Mola).

Puede que logremos resolver este misterio y puede que la hipótesis del travestismo se imponga, aunque confieso que me resulta difícil imaginar a un hombre de mediados del s. XIX con ideas tan feministas en la cabeza y que logre expresarlas de forma tan creíble, pero antes de claudicar agotaremos las vías posibles para conocer quién fue Adela García.

Queden, por el momento, estas líneas, como homenaje a su figura y a la de tantas mujeres a las que se llevó por delante el manto del olvido de la historia. Entre ellas a un nutrido grupo de pioneras del periodismo andaluz que en las postrimerías del siglo XIX fundaron y dirigieron un importante número de publicaciones y a las que, poco a poco, iremos sacando de tan injusto olvido.

Como bien dejó escrito en la que sería la última línea, del último artículo de su revista, «se continuará».

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