Diario Córdoba

Diario Córdoba

Juan Niza (1).jpg

entre líneas

Juan M. Niza *

Elogio de la equidistancia

A mí me parece que justamente en estos tiempos son los equidistantes los más valientes

Nunca he visto como ahora, y vaya usted a saber qué intereses hay en ello, tanta exigencia para que uno se identifique con un sector político como si del equipo de fútbol preferido se tratase: para toda la vida y a muerte con esa afición. A tal extremo ha llegado el asunto que incluso una palabra que en su día tenía hasta connotaciones positivas ya es poco menos que un insulto: «equidistante», que más que una postura entre dos pensamientos extremos ha pasado a ser un reproche de cobardía, de borreguismo, por no aliarse con unos u otros en su prietas filas y caiga quien caiga.

A mí, sin embargo, me parece que justamente en estos tiempos son los equidistantes los más valientes, porque hace falta mucho valor para pensar por uno mismo. En un mismo día un amigo, que no tiene que dejar de serlo por ello, me recriminaba mi equidistancia desde su postura política, mientras que por la tarde, otro camarada en el lado opuesto de las ideas usaba el mismo término. Tampoco dejaré atrás mi amistad con esta segunda persona por el reproche. Así somos los equidistantes. Pero sí que me di cuenta de lo necesario que es hacer un elogio de los que están a gusto justo donde están: a veces en Pinto, a veces en Valdemoro y en otras ocasiones entre Pinto y Valdemoro.

Y es que hay que sacudirse las presiones que están llevando a tensionar tontamente y aún más a esta sociedad, en buena parte por algunos que han pasado toda la vida buscando una distancia cero con el partido, en el que pretende medrar y que sea su ‘modus vivendi y operandi’.

Porque, he de reconocerlo, soy todo lo distante o cercano que me da la gana. Es un derecho mío y de todos. Uno de esos logros para el que han trabajado muchísimo antepasados lejanos y cercanos, pensadores, filósofos, políticos, estadistas, activistas de base, colectivos y millones de ciudadanos, a veces hasta dando la vida por ello como mártires de los derechos del individuo y de la sociedad. Sobre todo por ese privilegio democrático de que cada uno pueda pensar como quiera, con equidistancia o no, y manifestarlo cuando le venga en gana. En la defensa de este derecho, paradójicamente, creo que no puede admitirse tibieza ninguna. En ese aspecto sí que soy intolerante y radical contra la intolerancia.

Pero voy más allá en la reivindicación de que todos podemos estar en el lugar que queramos políticamente: también tenemos el derecho a ser equidistante sin tener que serlo en todo, a pensar de una manera muy de derechas frente a un problema y a creer que otro conflicto se solucionaría mejor con una fórmula radical de izquierdas. ¿Sorprendente? Bien mirado, y solo por una cuestión matemática de probabilidad, muchísimo más difícil es que un solo partido tenga la varita mágica y todas las soluciones y que las demás formaciones estén totalmente equivocadas. Y, sin embargo, hay muchísimos que piensan así. Y por supuesto, usted como yo tenemos el derecho a no tener que justificar continuamente las cosas que creemos cuando no coinciden al 100% con una ideología ni a ser rechazados por ello.

Porque, ¿cuándo han sido más necesaria la prensa seria y los equidistantes que ahora, en este mundo de noticias falsas y mensajes rápidos tendenciosos, perfectamente calculados para cabrear al personal y radicalizarlo? Equidistantes del mundo... uníos.

Compartir el artículo

stats