Diario Córdoba

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EL TRIÁNGULO

Carmen Lumbierres

Diplomas de guardería

Vivimos un tiempo enganchado a la épica, más a la personal y a la familiar que a la colectiva a no ser por los acontecimientos deportivos o patronales. Y debe ser por esa necesidad de hiperbolizar los logros conseguidos, aún sin uso de razón, por los que antes transitábamos sin pena ni gloria que la expedición de diplomas ha proliferado de tal manera que es difícil encontrar a una persona sin ningún título acreditativo de algo.

Terminar la escuela infantil con fiesta, celebrar siempre está bien, con fotos, birretes de cartón y diploma nominativo. Acabar la primaria con orla, por si nos la habíamos olvidado a los tres años, acto de entrega de certificados unipersonales, verbena o similar para despedirse de la escuela que te acogió, en la que aprendiste la gran virtud de la diferencia y la primera emancipación. Pero es que en el instituto la bola va creciendo, y los alumnos en la ceremonia final se visten como para la boda de tu mejor amigo, celebran cenas y fiestas que suponen el desembolso familiar de lo que antes era una comunión, que hasta no hace tantos años era ritual obligatorio para cada niño español. Examinarte de la Evau, no aprobar, sino haber cumplido el trámite conlleva unos días de vacaciones en la playa, ceremonia ya institucionalizada para las que algunas familias ahorran desde principio de curso. Y después cuando cada uno busque su futuro estudiando o incorporado ya al mercado laboral, las celebraciones por cada paso que dé se van a ir terminando.

No esperen agradecimientos por cumplir el horario laboral satisfactoriamente, ni siquiera por hacer de manera sobresaliente la tarea. Tenga cuidado porque con este espejismo del reconocimiento con el que le han socializado desde la primera infancia es más fácil venderle el trabajo mal pagado pero que le aporta visibilidad, que le permite dedicarse a su vocación, que se le enmarañe el entusiasmo. Debe resultar un tránsito difícil, cuando han glorificado la infancia y la primera juventud, la incorporación a la vida adulta tan despiadada como es con cada uno de nosotros.

Hay algo que se debe romper cuando tomas conciencia de que esa burbuja ha explotado, y el presente se asemeja poco a lo que viviste. Volvemos de alguna manera a reclamar nuestro protagonismo con bodas fastuosas, fiestas de despedida, ‘baby shower’ que nos vuelvan a recolocar en la atención que tuvimos y que nos arrebataron al hacernos adultos.

*Politóloga 

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