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Editorial

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La hora de debatir sobre Andalucía

Las elecciones autonómicas andaluzas del próximo 19 de junio han despertado un enorme interés nacional. Siempre ha sido así, dado que Andalucía, la comunidad española más poblada, con más de 8,5 millones de habitantes, tiene un enorme peso en la determinación de las tendencias políticas y en la elección de los gobiernos nacionales. Pero en esta ocasión concluyen circunstancias que acentúan ese interés. 

Por una parte, el relevo en la cúpula del Partido Popular y las expectativas electorales que rodean al nuevo presidente popular, Alberto Núñez Feijóo, con el que el candidato del PP y actual presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, muestra una gran sintonía. La lectura de los resultados de las andaluzas se trasladará, inevitablemente, a esas expectativas de los populares de conseguir derrotar en las urnas al PSOE del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y a sus aliados de Unidas Podemos y eventuales socios independentistas. En ese sentido, ya se especula sobre las medidas que Sánchez -que apoyará al presidenciable del PSOE andaluz, Juan Espadas, con varias visitas y en el cierre de la campaña- podría adoptar si el resultado en las urnas fuese adverso.

Por otra, a pesar de las dificultades -y errores inexplicables- para configurar una lista de confluencia de las izquierdas a la izquierda del PSOE, la creación de Por Andalucía (con IU, Más País Andalucía, Verdes Equo e Iniciativa del Pueblo Andaluz, incluyendo a los candidatos de Podemos) es también un ejercicio interpretable en clave nacional. Se entiende que la confluencia que encabeza Inmaculada Nieto sería una base para el proyecto Suma, que quiere poner en marcha la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, para las próximas generales.

También del resultado de Ciudadanos en Andalucía puede depender hasta la continuidad del partido, ligando así el futuro de Inés Arrimadas al del candidato y vicepresidente de la Junta, Juan Marín. Y, en cuanto a Vox, el objetivo de Macarena Olona es conseguir apoyos suficientes para, en caso de que Juanma Moreno gane por un resultado más ajustado del que predicen las encuestas, entrar en el Gobierno de la Junta de Andalucía. Y esto sería, después de Castilla y León, un paso más para convertir a Santiago Abascal en aliado forzoso de un Núñez Feijóo que procura, como Moreno, mantenerse al margen de esta fuerza de extrema derecha.

Así que las elecciones del 19J están en el centro de las estrategias de los partidos políticos nacionales. Parece inevitable, pero es necesario impedir que nuestra Comunidad Autónoma se convierta en un mero laboratorio político. Andalucía no es un experimento. Andalucía tiene su propia personalidad, su propia fuerza, y, sobre todo, grandes necesidades de una población que expresa un espíritu joven y con ansia de progreso. Andalucía es una Comunidad Autónoma por propia voluntad, no hay que olvidarlo, deseosa de dejar atrás ese atraso histórico derivado de décadas de olvido y desatención por los poderes del Estado, y que solo con la llegada de la democracia ha ido aliviándose, pero lejos todavía de las medias de renta y bienestar de España y la Unión Europea. Queda mucho por hacer. Infraestructuras, inversión, apoyo a las empresas, mejora del sistema público de salud y de atención a la dependencia, formación, atención a los más débiles de la sociedad, investigación, cultura, agricultura y medio ambiente, frenar la fuga de talentos, mejorar la calidad de la oferta turística, conseguir una posición puntera en las nuevas tecnologías... Estos son los temas de Andalucía, los que hay que debatir estos días de campaña electoral y permitir que los 645.570 electores llamados a las urnas conozcan las propuestas de los partidos que concurren. Todos los candidatos, les convenga más o menos, deberían luchar contra la desafección de los ciudadanos y conseguir una alta participación en las votaciones del 19J, lo que sería prueba de la robustez del ejercicio democrático. Andalucía merece su propio debate. Conviene que esto se tenga en cuenta durante una campaña que esperamos limpia y constructiva. Es su responsabilidad.

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