¿Qué sentido tienen las elecciones? Podría decirse que son una expresión de las democracias a través de las cuales la ciudadanía de un territorio expresa su preferencia porque un partido u otro alcancen el poder. Sería lógico pensar que cada cual busca que su partido resuelva los problemas que más le afectan o que, al menos, defienda sus intereses.
Sin embargo, nuestros principales intereses, los que nos interesan como seres humanos, se encuentran muy lejos de San Telmo. Los que allí accedan con legitimidad democrática, podrán gestionar una parte pequeña de las situaciones a las que nos enfrentamos y otros actuarán para erosionar la democracia. Esta situación no es nueva, sin embargo, la pandemia nos ha proporcionado el ojo de una cerradura estupenda por la que han podido mirar los ciudadanos y ciudadanas que normalmente no se dedican al análisis político, científico o a una comunicación honesta.
Lo que han visto ha provocado que al 40% de la población andaluza (Estudio preelectoral del Centro de Estudios Andaluces, 2022) no le interese la política, aunque de todos modos se verá afectada por ella, ya sea para bien o para mal. Y ese malestar, ¿de dónde procede? El 76% de los españoles pensamos que la situación económica en general es mala y el 80% está muy preocupado por la guerra en Ucrania (Avance de resultados. Barómetro de mayo, 2022. CIS).
La preocupaciones de los andaluces son el coste de la vida, el 65,8% y el desempleo, 64,5% (Barómetro de mayo para El País y la SER, 2022. 40dB), entre otras muchas. La cuestión es que los problemas a los que nos enfrentamos actualmente dependen del conjunto de relaciones internacionales que no estaban si quiera presentes en el debate público. Todo lo que ocurre en el ámbito trasnacional afecta a nuestros salarios, a nuestros empleos, a la cesta de la compra, a nuestras pensiones, a nuestro centro de salud y a la vida de las mujeres, cada vez más violentadas.
Hemos construido un mundo tan interrelacionado que podría decirse que vivimos en un «Efecto mariposa acelerado». La crisis ecológica, la crisis energética y las crisis alimentarias son riesgos ciertos a los que la humanidad está expuesta y exigen respuestas trasnacionales, no aislamiento.
En los discursos políticos no escucho que se tome en serio la reacción machista que se viene produciendo en forma de agresiones sexuales y asesinatos de mujeres. También existen leyes mordaza para que según que temas, queden silenciados. Nadie se ha tomado en serio el machismo creciente, tan solo quienes lo quieren institucionalizar.
¿Qué vamos a hacer en Andalucía? Dado que las raíces de los problemas no pueden abordarse desde el Parlamento andaluz en solitario, al menos deberíamos tener en cuenta la disposición de los partidos hacia ellos y cómo piensan actuar en la medida de sus posibilidades.
¿Van a trabajar para erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas?, ¿Van a garantizar que las personas tengan los bienes necesarios para tener una vida digna?, ¿Van a intentar erradicar los empleos en condiciones de explotación?, ¿Van a mantener los servicios públicos que nos enseñan a pensar y nos curan hasta el cáncer?, ¿Van a contribuir al pensamiento e investigación científicos que procuran conocimiento sobre todos los ámbitos de la vida? Se trata de asuntos de vitales, pero no todos los partidos lo ven así, aunque lo digan.
La recomposición del voto andaluz parece indicar que se trata de asuntos no prioritarios para la ciudadanía, y, sin embargo, lo son. Esperemos, al menos, que el gobierno que viene así lo entienda.
