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Editorial

Las peñas, raíces y futuro de la Córdoba actual

Las peñas cordobesas celebran en este 2022 su centenario, fecha que se asienta en las primeras referencias a este movimiento asociativo hechas por Ricardo de Montis en sus ‘Notas cordobesas’. Es posible que su origen sea anterior, pero en el texto de Montis queda acreditado un movimiento que nació en un ámbito privado, como pequeños clubs de amigos que se reunían para la tertulia, y que poco a poco fue ocupando espacio público -hubo alguna muy destacada, como Los Legítimos, que contó con Julio Romero de Torres, Valle Inclán y Pío Baroja, entre otros- hasta que, en 1964, se constituyó la actual Federación de Peñas Cordobesas, presidida inicialmente por los alcaldes Antonio Guzmán Reina y Antonio Alarcón Constant, y posteriormente por Rafael Domínguez Ramírez, Francisco de Blas Muñoz, Juan Pablo Serrano Álamo, Francisco Castillero Rey y el actual, Alfonso Morales Padilla, que, con su directiva, se propone que los fastos del centenario sean acordes con la realidad a la que representan. La Federación reúne hoy a 139 organizaciones de toda dimensión y objetivos, desde las genéricas hasta las que se decantan por actividades o aficiones: flamenco, copla, tauromaquia, pesca, deporte, cultura, casas regionales, aire libre, baile, dominó, compañeros de empresas... La lista es larga y muy variada.

Las peñas constituyen una de esas realidades singulares de Córdoba a las que no se presta mucha atención, por cotidianas y arraigadas, pero que merece un rato de reflexión, y quizá este centenario sea el momento adecuado para hacerlo. Su existencia puede estar en el origen del movimiento asociativo de Córdoba, que ha tenido una enorme expansión a finales del siglo pasado y en lo que llevamos de este, muy ligado a la reinstauración de la democracia. El movimiento ciudadano y vecinal, que es en Córdoba uno de los más robustos de España, pudo trasladar a esos nuevos objetivos de debate y presión los mecanismos ya engrasados de las peñas. 

Es cierto que estas organizaciones han sido objeto de crítica por su carácter mayoritariamente lúdico. Desde círculos intelectuales o políticos se ha reflexionado en ocasiones sobre el aparentemente desaprovechado potencial de las peñas, en el sentido de que podrían ser una mayor fuerza de impulso para la ciudad, pero hay en estas críticas cierta carga de superioridad moral que no viene al caso. En todas las ciudades y en todo el mundo hay sociedades gastronómicas, de aficionados a deportes o actividades o dedicadas a alguna figura artística, y no son observadas bajo esa lupa. Quizá es que el fenómeno peñístico de Córdoba es tan potente que suscita ese tipo de especulaciones. Lo cierto es que la Federación de Peñas Cordobesas tiene una actitud proactiva con la ciudad. Desde la organización de la Cabalgata de Reyes o de importantes actos del Mayo Festivo (la Batalla de las Flores, apoyo a las romerías de Santo Domingo y Linares) hasta la entrega de sus premios, los Potros de Oro... Y es necesario resaltar el papel solidario de las peñas con las necesidades de su entorno -durante la pandemia, o en su colaboración con los bancos de alimentos-, su carácter popular y abierto, la cohesión social que llevan aparejadas sus actividades... Muchos cordobeses han encontrado en sus peñas el círculo de amistades y la posibilidad de acceso a actividades sociales y culturales que independientemente les hubieran estado vetadas. Las peñas son un entramado de las raíces de la ciudad, y uno de los pilares de la personalidad de Córdoba, con una enorme capacidad vertebradora. Merece la pena respaldarlas y animarlas a seguir con su labor, a enfocarla hacia nuevos objetivos y a mantener esas redes vecinales. Y conocer algo de su rica historia, poco difundida y que ahora Diario CÓRDOBA acaba de poner al alcance de los cordobeses a través del ‘Libro del Centenario de las Peñas Cordobesas’, que se entregó ayer a nuestros lectores. 

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