Es importante que el premio de las Artes Princesa de Asturias 2022, reconozca la genialidad que trasmite el buen flamenco. El jurado ha centrado su fallo en la cantaora Carmen Linares, y en la bailaora-coreógrafa María Pajés. Estas dos mujeres son el ejemplo más evidente y representativo del arte que ambas trasmiten cuando cantan y bailan. A Carmen, nacida en Linares -Andalucía pura- la recuerdo, durante mis inicios profesionales, en los tablaos madrileños Café de Chinitas y Torres Bermejas. Allí acudían los turistas ricos a entusiasmarse con el cante y el zapateado rítmico del baile. No todos los artistas que noche tras noche atraían al turismo en esos tablaos dieron el salto a los grandes escenarios de Nueva York, París y Londres. Precisamente en la capital británica asistí al espectáculo de Antonio y Rosario. Recuerdo aquel «martinete» en la penumbra del escenario del Albert Hall, entronizando al flamenco en la cumbre del arte; pero nacido en lo jondo. Lo identificaban con España y yo añadía, Andalucía. ¿Y de donde procede la palabra flamenco? En un texto de Antonio Machado se lee que los andaluces llamaban a los gitanos flamencos. También se ha dicho que la palabra procede de Flandes; gitanos o zíngaros que de allí procedían. Lo más evidente es que el flamenco es un arte que empieza en una sencilla taberna y llega a lo más alto de la cultura. Allí lo han llevado Carmen Linares y María Pagés. Además «han apostado por ampliar sus cauces expresivos, impulsando así el carácter universal de un extraordinario patrimonio cultural, popular y sensorial», según el acta del Jurado.