Ahora que llegan las fiestas de San Isidro y en las pastelerías de Madrid vuelven a venderse las famosas rosquillas listas y tontas del santo labrador quizá sea la ocasión de preguntarse si el presidente de Iberdrola es listo o tonto, pues con sus declaraciones recientes muchos no lo tenemos claro. Se supone que el presidente de la mayor empresa energética española ha de ser listo, pero sus declaraciones llamando tontos al 20 por cien de sus clientes contradicen esa idea, lo que nos hace pensar que quizá no lo es tanto. Las rosquillas listas y tontas de San Isidro se distinguen fácilmente por la presencia en ellas o no de un baño en su superficie de azúcar fondant (elaborado a base de azúcar, limón y huevo batido, según la receta tradicional), pero a las personas no es fácil distinguirlas por su aspecto. El presidente de Iberdrola, por ejemplo, parece poco listo a juzgar por él, pero lo debe de ser porque lleva años ocupando un sillón que muchos desean y por la cantidad de títulos que atesora en su currículo. Y, sin embargo, solo alguien poco inteligente (u obnubilado por el poder o por sustancias tóxicas) puede decir lo que él dijo en público. Así que, si es listo, lo disimula mucho y, si es tonto, también.

Por si tuviéramos pocas dudas, el presidente de Iberdrola (Ibertrola en iluminadora expresión de un amigo alemán que no domina bien el idioma español a pesar de los años que lleva viviendo aquí) las acrecentó cuando, para disculparse por sus declaraciones ante el malestar producido en la población, no sólo la aludida directamente por ellas: 3 millones y medio de personas, publicó un tuit en su página oficial en el que manifestaba que aquéllas se habían producido “en un ambiente coloquial” y sin ninguna “intención de zaherir”.

Es decir que si a usted le llaman tonto coloquialmente no debe de darse por ofendido, según Galán, que es como se apellida el presidente de Iberdrola. Quién es el listo y quién es el tonto sigue sin quedarme claro después de leer sus disculpas a sus declaraciones.

Lo peor es que nadie del Gobierno, que es el que reguló la tarifa energética a cuyos contratantes llamó tontos por serlo el presidente de Iberdrola, ha dicho si se consideran tontos también por cuanto son los responsables de haber aprobado aquella. Tan tonto es el que adopta una medida como el que la acepta si es que es del género tonto la tal medida. Decir que las palabras de Galán “son una vergüenza”, como hizo la vicepresidenta económica, no es decir gran cosa mientras no manifieste a la vez si está de acuerdo con él o no. 

Así que seguimos sin saber si Ignacio Sánchez Galán, ingeniero industrial por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid y diplomado en Administración de Empresas por el ICADE y en Administración de Empresas y Comercio Exterior por la Escuela de Organización Industrial, todas universidades privadas al alcance de cualquier cliente de Iberdrola, es tonto como se desprende de sus declaraciones y sus disculpas o los tontos somos todos los españoles que después de escucharlas seguimos pagando la factura de la luz, sea regulada o libre. 

Y más sabiendo como sabemos que lo que dijo Galán lo piensan muchos otros empresarios como él, pero no lo dicen, no porque sean más respetuosos con sus clientes, sino porque son más prudentes y no se vienen arriba cuando les entrevistan dándoles jabón. Un lapsus en un “ambiente coloquial” lo puede tener cualquiera, pero reincidir en él por escrito indica poca inteligencia por mucho currículo empresarial en inglés que se tenga.