Diario Córdoba

Diario Córdoba

Antonio Agredano

BAJO EL PUENTE DE HIERRO

Antonio Agredano

Cambios

Nunca sabré si por torpeza, mi existencia siempre ha sido mudable. Mi único talento es la duda

Con víscera de piedra, hay quienes muestran con orgullo sus trayectos inalterados. Vidas de fogosa quietud. Una batalla permanente contra el cambio. Fieles a un compromiso adquirido en la juventud, o a un duro legado, no sucumben al vértigo del movimiento. Como si la zozobra fuera una suerte de flaqueza y no una necesaria coreografía del ser. Nunca sabré si por torpeza, mi existencia siempre ha sido mudable. Mi único talento es la duda. La bola del pinball con su metálica ferocidad, así me siento, tantas veces, elevado sobre el plástico y la luz. Escupido por la goma. Desfalleciendo en la tronera. De nada sirven los planes ni los buenos propósitos, mi carne es tiranía.

Era del Real Madrid hasta que el Córdoba se cruzó en mi adolescencia. Amaba a Vicky hasta que recibí una nota de Yoli en clase de Sociales. Quise echar raíces en Málaga, pero Sevilla desbarató mis planes. Y todo es memoria. Manchas de betadine. Un alud. El esternón, mi laberinto. Palabras que quedaron por decir, entregar a la casera las llaves de un piso que creímos eterno. Wallapop. Empezar, terminar, empezar. Calcetines desparejados. Amigos que ya no llaman. Camisas que desaparecieron en la mudanza. A veces me disculpo, otras veces me refugio en la indiferencia. Claro que me he equivocado. Fallé. No cogí el teléfono que debería haber cogido. O contesté airado. O hablé de mí cuando alguien quería que le escuchara hablar de él. Son cosas que pasan. La vida es un pacto con lo impredecible. Desconfío del que nada teme, desconfío del que nunca duda, desconfío del que usa mi pasado para desmerecer mi presente.

Sara Carbonero se tatuó la palabra ´Impermanente´. Ava Gardner dijo: «Se podría resumir mi vida en una sola frase: ‘Hizo películas, hizo el amor e hizo de su vida un puto desastre; pero jamás le dio por hacer mermelada». En las antiguas misas de coronación papal, el recién elegido era llevado desde la sacristía hasta el lugar en donde se revestía. En ese breve camino, hasta en tres ocasiones se prendían unas ramas de lino, que se consumían súbitamente. Mientras la estopa se convertía en ceniza, el maestro de ceremonias le decía al papa: «Sancte Pater, sic transit gloria mundi». Santo Padre, así pasa la gloria del mundo.

Creo que la rigidez acorta el camino, que en zigzag el viaje se anima. Es efímera la vida, pero absurda y jubilosa. Como un equipo que defiende mal, pero marca muchos goles. Siempre estamos en el camino de algo. Parece que la felicidad hay que disculparla. Nunca tuve una casa en un árbol, pero paso las noches en el raso de sus clavículas. Hombres de labios finos me dicen que me perdí en el camino. «Gracias», contesto, nadie se pierde con los pies quietos y el corazón tibio.

*Escritor

Compartir el artículo

stats