Diario Córdoba

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Jose Cobos

San Gregorio con sus ritos y fiestas

Su devoción comenzó en 1039, cuando la langosta asolaba las tierras peninsulares

Al teólogo y patrón de poetas Gregorio Nacianceno, por mayo, se le festeja bendiciendo y rociando los campos. En Sorlada (Navarra) existe un santuario dedicado a Gregorio Ostiense, que no ha de ser confundido con aquel, aun cuando sus fiestas se celebran el mismo día: el 9 de mayo. Hay quien afirma del cardenal y obispo de Ostia que pudo tratarse de uno de esos aventajados que caminaron a Santiago de Compostela en la época en la que se consolidó esta peregrinación, por ser notoria su contribución a los puentes de La Calzada y de Burgos. Al parecer, fue él mismo quien ordenó a santo Domingo de la Calzada. Encomendado por el papa Gregorio IX, llegó a la península en el siglo XI para resolver alguna calamidad que por entonces asolaba su territorio. De facto, se le convirtió en abogado y firme flagelo «contra la langosta, pulgones y otros insectos o sabandijas dañosas de los campos, así como de la epidemia, gusano o cosa que los corroe o priva de dar fruto». Su devoción comenzó en 1039, cuando la langosta asolaba las tierras peninsulares. En 1044 falleció en Logroño, dejando dicho que su enterramiento fuera donde tropezara la caballería a la que había sido amarrado su cuerpo. El animal cayó cerca de Sorlada, donde recibió santa sepultura.

Durante un par de siglos se le olvidaría, hasta que a varios obispos que peregrinaban a Santiago se les señaló, en forma de luces que bajaban del cielo, el lugar donde fuera enterrado el obispo benedictino. Allí levantaron una ermita en su honor, que acabó siendo basílica. Coincidiendo con el inicio de la modernidad, hay noticias de que de pueblos aledaños, así como de otros distantes, se enviaron comisionados para obtener de allí aguas santas para sus campos, milagrosas de acuerdo con el pensamiento religioso tradicional, que reconocía el carácter taumatúrgico de tales reliquias. A las aguas que eran pasadas por estas y desparramadas luego sobre los campos, se les atribuyen virtudes de las que carecen otros fluidos de mayo, sirviendo contra la langosta y contra el destructor gusano de vides y habares. Entre los devotos se extendieron los favores que, con sus líquidos, el santo prodigaba sobre labrantíos de Navarra, La Rioja y Burgos. Al agua se la hace pasar por un recipiente de plata que recubre el busto que contiene las reliquias. La más estimada se custodia en un relicario de tamaño natural con un hueco que perfora la testa de arriba abajo. Por ella, como en un rito de paso, transita antes de ser bendecida.

Durante centurias compitió con otros revulsivos contra las plagas. Tanto a Imoz como a Lequeitio hacían llevar «el agua bendita de gusanos»y en Lodosa (Navarra) aún se la festeja con una comida campera de conejo y pimientos, mientras que en Los Arcos se hace romería en su honor; en Sorlada es tradicional que, por Pentecostés, el alcalde canjee su bastón con el de Los Arcos como señal de permuta de poderes, siendo tras la misa cuando a los asistentes se les concede besar el santo vestigio; en Sorzano también se honra y santifica el campo. Su fiesta se conmemora igualmente en Ateca, Alhama de Aragón, Boquiñeni y Alcalá de Ebro, en la provincia de Zaragoza, dedicándole en esta última población una ceremonia baturra con danzas de paloteo; se festeja en Benicarló (Castellón), en Valmaseda (Vizcaya), en las villas burgalesas de Briviesca y de Cuevas de Juarros, o bien en las extremeñas de Cáceres, Torrecilla de la Tiesa, Pozuelo de Zarzón, Cabañás del Castillo y Abertura, así como en Torremanzanas (Alicante), Conquista, Pozoblanco y Villanueva del Duque (Córdoba), Las Peñas de Riglos (Huesca), Villaverde de Medina y Villagomez la Nueva, en la de Valladolid, y en las villas jienenses de Espeluy, Pegalajar y Pozoalcón; también en La Fuensanta (Albacete), donde se elaboran los rollos dulces de san Gregorio. En el pueblo de las Brozas, en Cáceres, junto a su ermita hay unos «baños de san Gregorio», con aguas medicinales que, desde el punto de vista religioso, se consideran ligadas a una divinidad céltica.

Entre los siglos XVI y XVIII las reliquias recorrieron España entera, a fin de que sus diferentes reinos se beneficiaran de tan milagrosas aguas; en 1756 tal recorrido se hizo a expensas de la propia Corona. De ahí el dicho popular de que «anda más que la cabeza de san Gregorio». Pamplona, en la centuria del ochocientos, la mandó traer a sus tierras a causa de una plaga de langosta, siendo trasladadas a expensas del rey hasta Badajoz. Al santuario acuden los devotos a pedir favores. El 9 de mayo, para la misa mayor, se tañe la esquila que avisa el comienzo, celebrándose más tarde la procesión y la bendición del campo, dándose a besar por último la reliquia a los asistentes. Después hay romería en el mirador. Los pueblos de alrededor festejan la suya en fechas dispares, aunque casi todos lo hacen en este tiempo festivo de mayo.

** Catedrático

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