Diario Córdoba

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Marisa Vadillo

TRIBUNA ABIERTA

Marisa Vadillo

Ser una mala madre

En tono irónico, frívolo y reivindicativo las mujeres han defendido su derecho a no ser perfectas

Una de las modas más curiosas entre las madres jóvenes y maduritas ha sido la tendencia a celebrarse como ‘malas madres’. Sí, en tono irónico, frívolo y reivindicativo las mujeres han defendido su derecho a no ser perfectas, a no cumplir ese rol tan inalcanzable de ‘buena madre’. Reivindicar que podemos estar cansadas, que podemos no ser siempre mega-cariñosas, dulces, pacientes... que no somos la madre de Caillou. Que podemos equivocarnos, que tenemos derecho a estar ausentes a ratos, que podemos asumir responsabilidades fuera de la familia, que también nos gusta divertirnos con amigas, y tener algo de vida propia.

Estos términos están bien como anécdota pero, a veces, son peligrosos. Es cool ser una ‘mala madre’, pero... ¿han escuchados alguna vez a un hombre denominarse como ‘mal padre’? Al contrario, los padres que han luchado por sacar adelante a su familia, que se han sacrificado trabajando, que son responsables con ellos mismos y con sus hijos, a veces a costa de su presencia, de su propia perfección como padres... han sido siempre considerados ‘buenos padres’. Así que, quizás, tendríamos que tener más cuidado con las palabras, no dejar que nos castiguen, ni en broma.

Yo no soy una ‘mala madre’, soy alguien que ha hecho todo lo posible por desarrollarse como persona y establecerme como profesional, por mí y por mis hijos. De todas las mujeres madres que me rodean, y he conocido en mi vida –sinceramente- sólo conocí a una mala madre de verdad. Las demás, la mayoría, son mujeres admirables que pelean desde diversos lugares por sus familias, haciéndolo, simplemente, lo mejor posible. De malas no tienen nada, ni siquiera irónicamente.

La maternidad (y la paternidad) son alucinantes. No conocerás el miedo, el pánico y el amor en un sentido animal, hasta que conoces a tus hijos. Aunque le quitemos toda la mitología que se asocia a esta condición materna, sigue siendo espectacular. Hay un cuadro de la que, creo, es la primera mujer que se autorretrata como pintora embaraza (Paula Modersonn-Becker) que representa desde ella misma todo ese amor y extrañeza ante el cambio de su propio cuerpo, al que mira dulcemente al espejo mientras abraza su barriga, y así se pinta. Feliz día a todas: las buenas, las malas, las regulares, y las que no lo sois y nos acompañáis o ayudáis.

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