Diario Córdoba

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Francisco García-Calabrés

Primavera de contrastes

No les aporto nada si les digo que la vida está llena de contrastes. Pero convendrán conmigo que, en ocasiones, estos son más llamativos o evidentes. No es lo mismo una tormenta en enero que un aguacero en agosto. Y esta ansiada primavera deviene inestable, no sólo por el clima. Tan jaleada y llena de actividades y vida, resulta ensombrecida por los tambores de una guerra cada vez menos lejana, que va extendiendo sus implicaciones con el envío de armamento pesado al país invadido, con la amenaza de ocupación de Moldavia, o el corte de suministro de gas ruso a Polonia y Bulgaria, que coloca a otros 45 millones de personas en una situación complicada.

Dicen que se necesita la tristeza para conocer la felicidad, ruido para apreciar el silencio y ausencia para valorar la presencia. Se sobreponen apenas sin solución de continuidad, la vida y la muerte, la angustia y la dicha, el miedo y la liberación. Andamos celebrando la fiesta de los libros y el conocimiento, de la cultura y la libertad, de la creación y el pensamiento con sus expositores, firmas de obras y conferencias y, de repente, frente al triunfo de la palabra y las ideas del hombre civilizado, te asaltan las noticias y las imágenes de la guerra despiadada y cruel que representa al hombre animal e inhumano. Frente al derroche de vida y comunicación, de romerías y catas, de cruces florales, se ciernen las amenazas de una paralización económica y de una crisis energética provocada por el conflicto mundial. Y en el Parlamento, en lugar de andar preocupados sobre cómo asegurar el futuro de nuestros pensionistas y empleos, de nuestros jóvenes y empresas, de ofrecer estabilidad en un escenario confuso, andamos a la gresca continua sobre películas de espionaje, en el último episodio de este pulso que no nos merecemos, sometidos al chantaje del crispador profesional de ERC, también conocido como ‘Juanga’ o el showman de Alcaudete. En contraposición de cordura, ardua investigación, fina inteligencia y sensibilidad social, el profesor Pablo Font Oporto, aportando lúcidamente algunas claves interpretativas de esta hora, nos presenta hoy el último de sus libros, La batalla por el colapso, sobre la crisis ecosocial y de las élites contra el pueblo, que poco a poco va llevando a la desafectación y al desencanto a tantos millones de ciudadanos, víctimas de una democracia secuestrada.

A pesar de todo y todos, con su permiso, siempre nos quedará el cante hondo, mecido y sentido de Churumbaque, recientemente fallecido, al que rendirá justo y apropiado homenaje esta edición del Festival de los Patios, y que ya se merece una calle o un busto en nuestra ciudad. De Manuel Espejo Jiménez, heredero artístico de María ‘La Talegona’, nos quedarán sus premios como el Nacional de Arte Flamenco entre otros muchos, o el quebranto de su garganta ante las imágenes pasionistas de nuestra Semana Mayor. Pero sobre todo, le recordaremos por su corazón enorme y noble. Hace muchos años, anciana y enferma de alzheimer, encamada en su casa de la barriada del Alpargate, la abuelita Rafaela cantaba entre las olas de sus recuerdos borrosos, saetas y coplillas antiguas con el pequeño hilo de voz que aún salía de su cuerpecito maltrecho. Y a mi petición, Churumbaque, sin pensárselo, se fue dos horas de una tarde cualquiera a los pies de aquella cama para acompañarla con su cante y sus palmas, desde un anonimato, una categoría humana, y una ternura que todavía hoy me conmueven. Esa es la gente grande, que da esperanza a esta primavera de contrastes. En palabras de Neruda: podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera.

** Abogado y mediador

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