Diario Córdoba

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LA CLAVE

Olga Bernad

Primavera y religión

Esta fría primavera es como la normalidad tras el covid: no termina de llegar. Encaramos este último lunes de Cuaresma apuntando hacia la Semana Santa y yo me paro a pensar en las concomitancias y diferencias entre poesía, primavera y religión. No creo que la poesía sea sólo una cuestión de sentimientos, y mucho menos de sentimientos obligatoriamente buenos. Sé que no es una competición de buenas personas. Sin embargo, nuestra inteligencia sabe amar: «Intellectum valde ama», decía San Agustín. La religión sí debería ser solo cuestión de amor aunque históricamente haya sido uno de los mimbres de la política y el poder. Hay muchas formas de talibanismo y el mundo parece avanzar a caballo de casi todas, y sin embargo la experiencia del amor se trata casi con vergüenza y desprecio en nuestro mundo occidental. El mismo desprecio un poco condescendiente reservado a la poesía. No solo nos sobra el amor religioso, sino también el romántico, fuente -por lo visto- de toda maldad. A mí sin embargo es lo que más me interesa de las religiones, siquiera como ejercicio intelectual, y lo que me lleva a asomarme a sus misterios. Coincide este año nuestra Semana Santa con el mes de Ramadán y ambas pueden ser oportunidades de purificarse después del largo invierno para quien así las viva. Los que no, pueden usar las vacaciones y sus principios éticos y ciudadanos. Que la primavera no deje a nadie sin purificar. El compromiso, la solidaridad, la literatura, el arte y todas esas cosas son refinamientos maravillosos e inteligentes que están también en la base de nuestra supervivencia, en el fondo de eso tan práctico y a la vez tan castrante que se llama civilización. Pero qué agradable es sobrevolarlo todo por un momento. Es una experiencia religiosa, como coincidieron en señalar Santa Teresa y Enrique Iglesias.

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