Diario Córdoba

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Antonio Gil

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Antonio Gil

La emoción de la fe

"No olvidemos que la mejor imagen de Dios es siempre el hombre"

La Semana Santa tiene siempre un pórtico de exaltación, en la voz del pregonero -este año, en las palabras de Rafael Fernández-, que la calificaba como la Semana Santa de los «reencuentros», tras el «silencio procesional» de dos años, a causa de la pandemia. Y subrayaba con fuerza: «Hay ganas de bulla, de incienso, de pasos y de música de bandas». Córdoba vivió ayer un Domingo de Ramos esplendoroso y magnífico desde que las puertas de la parroquia de San Lorenzo se abrieron de par en par para mostrarnos la imagen de Jesús en su Entrada Triunfal, hasta la última cofradía, el Señor del Huerto, coronando una jornada de ilusiones y emociones, al calor de la fe.

El Domingo de Ramos es un día de contrastes. Por la mañana, la aclamación al Rey de reyes, los hosannas al Hijo de David, aplaudiendo su figura sobre la Borriquita con palmas y olivos e, inmediatamente, la lectura de la Pasión y, por la tarde-noche, contemplando las impresionantes imágenes del Cristo de la Penas, el Rescatado, el Cristo del Amor y el Señor del Huerto, empapado en sudores de sangre y en una terrible soledad. Córdoba enlaza así el entusiasmo de la Entrada Triunfal con la emoción de la fe, albergada en las almas creyentes; el misterio de un Dios que sufre y muere, con el dolor y la muerte de tantos inocentes. Por eso, las cofradías fomentaron siempre la creación artística, especialmente en las imágenes dedicadas al culto. La imagen es la expresión de la espiritualidad y de la vida de la hermandad y la catequesis sensible del misterio que se celebra. El arte estaba al servicio de la fe. No olvidemos, contemplando nuestras procesiones, que la mejor imagen de Dios es siempre el hombre. Y la fe une a un Dios que se entrega y a una humanidad sedienta que lo espera para calmar su sed. En la Semana Santa, la emoción refuerza nuestra fe.

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