Diario Córdoba

Diario Córdoba

Rosa Luque

ENTRE VISILLOS

Rosa Luque

111 velas para un cumpleaños feliz

El libro de la Asociación de la Prensa narra su historia, que es la de Córdoba

Florencio Rodríguez Aparicio, periodista de raza -y de saga, porque son muchos los miembros de su familia vinculados a la profesión- es un cordobés discreto y sentencioso que está convencido de que «las cosas nunca se pierden, sino que cambian de sitio». Por eso, aficionado como es a hurgar en fotos y papeles antiguos, cuando la Asociación de la Prensa le encargó reconstruir su trayectoria, sobre la que poco se sabía más allá de algunos nombres que flotaban entre las brumas del tiempo, se arremangó afanosamente dispuesto a sacudir el polvo de la memoria para devolverla impoluta a las nuevas generaciones. Tan ardua ha sido su labor, de empeño detectivesco y maneras de erudito sin pedantería, que la empezó creyendo que habría de remontarse a 1945 como punto de partida de un colectivo nacido para dignificar el periodismo en la cruda posguerra, pero se topó con que esa fecha fue solo la de la refundación, porque las raíces se hundían en 1910. Así que, entre hallazgos sobrevenidos y retrasos impuestos por la pandemia, el periodo estudiado se fue dilatando hasta plantarse en los ‘111 años de la Asociación de la Prensa de Córdoba. 1910-2021’. Son los que dan título al libro presentado el pasado lunes a lo grande, aprovechando que el fin de las restricciones sanitarias permite esas citas sociales tan anheladas.

Y, créanme, la asistencia al acto, en el Centro de Visitantes, mereció la pena. No solo porque allí, además de invitados importantes, nos reencontramos periodistas de varias hornadas, que siempre es algo emotivo y enriquecedor, sino porque todo el mundo salió con un libro bajo el brazo que hará historia. Por sus 608 páginas y más de medio millar de imágenes, en romántico blanco y negro, transita todo lo que ha dado de sí el noble oficio de informar en Córdoba y de Córdoba durante un siglo largo, con sus miserias y sus grandezas. Con rostros y acontecimientos que enlazan pasado y presente en una sólida cadena a la que irán sumándose nuevos eslabones que otros deberán inventariar en el futuro. La lista es tan exhaustiva que incluye a todo el que ha sido alguien en la profesión y hasta al que pasaba por allí. Y se detiene, claro está, en quienes presidieron la asociación desde su origen: Daniel Aguilera, director de El Defensor de Córdoba, que encabezó un 24 de julio de 1910 su fundación en una taberna y que le dio vida junto a Eduardo Baro en esa primera etapa; Francisco Quesada, quien la dinamizó entre 1945 y 1971 y dirigió la Hoja del Lunes -que aportó desde 1946 a 1970 estabilidad, ingresos y prestigio a la asociación-, además de promover el cuadro médico; Francisco Navarro Calabuig (1971-1973) y Federico Miraz (1973-1984), en mandatos definidos por la defensa de la profesión y la formación del periodista. Y luego, con la llegada del relevo generacional, Francisco Luis Córdoba (1984-1989), impulsor del Anuario Informativo y del premio periodístico Ciudad de Córdoba, ambos aún vigentes; Manuel Fernández (1989-2019), bajo cuya presidencia de ¡treinta años! nació la añorada Noche de los Periodistas que enterró la crisis financiera y se inauguró la sede social en un módulo de la antigua estación de trenes. Y por último Ricardo Rodríguez, actual presidente, que alienta la preparación continua en la era de los acelerones tecnológicos. Estos dos últimos participan también en la redacción del libro.

Una obra definitiva y muy gráfica, llena de banquetes -que no han sido frivolidad sino reafirmación social del colectivo-, y falta de mujeres hasta los años ochenta. Páginas que miden el pulso de la prensa desde la Belle Époque hasta la era de las mascarillas, pero a la vez el latido de Córdoba, que queda fielmente retratada en ellas.

Compartir el artículo

stats