Los parlamentos son el pulso de la democracia y las personas, el corazón que los mueve. Olvidar esto sería perder la fe en nuestra capacidad de dialogar y cuestionar las decisiones con las que no estamos de acuerdo. El golpe de estado del 23-F me sorprendió acabando mis estudios en EEUU. Cuando vi por televisión las imágenes de los tanques apuntando a edificios democráticos de València, un escalofrío de terror me recorrió el cuerpo. Era 1981 y en España pensábamos que todo estaba conseguido. Pero como demostró esa asonada militar, la democracia nunca está ganada. Hay que lucharla cada día. Y así lo hicimos un grupo de jóvenes españoles que salimos a las calles de Mineápolis a protestar por el golpe y a demostrar a los norteamericanos que el pueblo español no estaba dispuesto a regalar su libertad.

La misma sinrazón, los mismos tanques irracionales apuntan y disparan ahora contra civiles en Ucrania. Han pasado 41 años desde aquella jornada en que estuvo en peligro la democracia española y ahora volvemos a ver como un déspota como Putin quiere aplastar las libertades ucranianas ganadas legítimamente por su pueblo. Después del desastre que vivimos en los Balcanes hace poco más de dos décadas, nunca hubiera pensado que Europa volvería a vivir una guerra. Pero es el tiempo que nos ha tocado vivir y hay que volver a trabajar por proteger nuestro régimen de libertades e igualdad.

En el Parlamento Europeo respaldamos a Ucrania con todas nuestras fuerzas y medios. Desde la Conferencia de Presidentes de Delegación del Parlamento Europeo hemos lanzado un llamamiento para que los Parlamentos de todo el mundo manifiesten su apoyo inquebrantable con la democracia parlamentaria en Ucrania. Desde la Eurocámara estamos en contacto con más de 160 Parlamentos de todo el mundo para que amparen a la Rada Suprema, la asamblea elegida democráticamente para representar al pueblo ucraniano.

Contamos con los diputados y diputadas de todo el mundo para que defiendan los derechos fundamentales y los valores universales, y para que cerremos filas en torno a un Parlamento democrático que se ve amenazado. Contamos con los parlamentarios, en su calidad de representantes de la ciudadanía de sus respectivos países, para que acompañen al pueblo ucraniano y a sus representantes legítimos en esta lucha por su futuro. Contamos con nuestros socios para que contribuyan al restablecimiento de la paz y del Estado de Derecho.

Debemos decir alto y claro stop a esta guerra que está dejando sin casa y sin familia a millones de personas. Tenemos que agradecer el apoyo de todos esos países que están acogiendo a niños y mujeres que hace un mes tenían vivienda y hoy están desamparados. En España también vivimos una guerra irracional, injusta y brutal que hizo que decenas de miles de españoles tuviéramos que ser acogidos en países de todo el mundo cuando Europa entraba en el peor conflicto armado de su historia. Argelia, Argentina o México nos recibieron con los brazos abiertos y nos dieron la posibilidad de empezar una nueva vida.

 

Desde la Eurocámara hemos movilizado nuestra extensa red diplomática parlamentaria en todo el mundo, y más concretamente nuestras delegaciones permanentes, en una campaña sin precedentes para llegar a todos nuestros socios parlamentarios. Estamos dialogando con todos ellos, explicándoles nuestra postura y la de la Unión Europea. Les animamos a expresar su apoyo a Ucrania y a su valeroso pueblo, que lucha en defensa de sus derechos legítimos y de derechos que son fundamentales para nosotros y que compartimos con el pueblo ucraniano.

Al día de hoy, nos hemos puesto en contacto ya con unos 70 parlamentos en los cinco continentes para pedir su apoyo y darles voz a todos los ciudadanos del mundo que apoyan al pueblo ucraniano y que piden el fin de esta vergonzosa guerra

Esta invasión ilegítima de Ucrania nos devuelve a la cruda realidad. La democracia hay que cuidarla, hay que trabajarla y hay que defenderla. Cada día. Por ello, todos debemos poner lo mejor de nosotros mismos en esta guerra infame para demostrarle a Putin que no pasará. Debemos convencer al mundo de que esta invasión debe acabar. 

Por Inmaculada Rodríguez-Piñero, eurodiputada (PSOE, España) y presidenta de la Conferencia de Presidentes de Delegación del Parlamento Europeo