Basta con echar un vistazo al calendario para percatarnos de que está repleto de efemérides. Cada día nos acordamos especialmente de una realidad diferente. Las hay de tinte social, sanitario y hasta gastronómicas. De todo tipo, repito. Algunas de ellas incluso deberían quedar perennes, impresas en cada hoja de nuestra agenda porque así lo merecen. Pues bien, una de estas efemérides que tendría sentido y un completo argumentario para defender esta condición especial es el agua, uno de los recursos más preciados y necesarios que hay y del que poco nos acordamos salvo cuando empieza a escasear. 

Cada 22 de marzo, tal día como hoy, conmemoramos en todo el mundo el Día del Agua, una iniciativa global que nació hace tres décadas con un objetivo básico y fundamental: crear conciencia sobre la importancia de cuidar al líquido elemento para el ser humano y el resto de seres vivos en general. Porque el agua, donde la hay, es sinónimo de riqueza, desarrollo y futuro, y donde no la hay pues todo lo contrario.

Si bien es verdad que en Emacsa cada 22 de marzo desarrollamos una campaña extraordinaria y tal vez damos un paso más en esa concienciación sobre el buen uso del agua, puedo asegurar que para nosotros el 13 de febrero, el 24 de abril o el 23 de septiembre son igualmente días mundiales del agua. No bajamos los brazos en ningún momento, pues tenemos la responsabilidad de gestionar este recurso y que además tenga una altísima calidad.

En esta ocasión, y dado que el año de sequía que arrastramos ha hecho encender todas las alarmas, debo centrarme en dos aspectos que considero fundamentales. El primero de ellos es trasladar a los cordobeses que la estimación de Emacsa arroja una garantía del abastecimiento del «agua de boca» -como denominamos la del consumo humano- para los próximos tres años. Es por ello por lo que no hay que temer por restricciones en la capital y debemos estar tranquilos, al menos en lo que al consumo humano se refiere. Sin embargo, no podemos ocultar en absoluto que está siendo un año de los peores que se recuerdan en este sentido y deseamos, como no puede ser de otra manera, que las lluvias de la primavera sean abundantes para llenar unos embalses cuyo caudal se encuentra hoy por debajo de la mitad.

Este mensaje de tranquilidad es posible además por diversos motivos. Uno de ellos tiene que ver directamente con el consumo de agua que hace la ciudadanía, cada vez más responsable y concienciada por la situación. En estos momentos el gasto medio ronda los 140 litros por persona y día. Nuestra ciudad gasta hoy un 25% menos de agua que hace 20 años, un descenso en el que también tiene mucho que ver la gestión de Emacsa, con inversiones dirigidas de manera muy concreta a cumplir con este objetivo con nuevas y modernas infraestructuras. Pero, si bien debemos estar tranquilos por el abastecimiento humano, no debemos ni tenemos que olvidarnos del mal momento que sufre el campo cordobés como consecuencia de la falta de precipitaciones. Hace falta agua y por eso desde Emacsa hemos de continuar concienciando sobre su uso y consumo responsable, pues se trata de un recurso limitado y vital, del que hay que cuidar cada gota para así cuidar el planeta.

*Presidente de Emacsa