Los andaluces celebramos mañana la fiesta grande de la comunidad, el Día de Andalucía, un 28-F que, como es casi de obligado cumplimiento, mantiene su tono festivo y reivindicativo. Es una fecha también para el reconocimiento. Tres cordobeses serán protagonistas mañana en el acto central de la celebración del 28-F: el doctor José Manuel Quesada, especialista en Endocrinología y Nutrición y profesor honorífico de la UCO, ideólogo y coordinador, junto a los doctores Luis Manuel Entrenas y José López Miranda, del estudio sobre calcifediol aplicado al coronavirus; la Universidad de Córdoba, que a lo largo de este curso cumple medio siglo de excelencia en la investigación y la transferencia de conocimiento; y la única mujer que hasta la fecha ha dado a Córdoba el oro olímpico, la baenense Fátima Gálvez, campeona en tiro olímpico en los Juegos de Tokio el pasado año. Por tanto, es satisfactorio, además, que, en esta edición de las distinciones anuales del Día de Andalucía, en la selección de los premiados hecha por la Junta coincida que los cordobeses reconocidos sean reflejo de aspectos positivos que suelen ser indicadores de progreso en una sociedad: la investigación científica, la enseñanza universitaria y la calidad en el deporte. 

Este año, además, se cumplen 40 años de la constitución del Parlamento de Andalucía. Si echamos la mirada cuatro décadas atrás, y analizamos la realidad, se debe reconocer que las cuatro últimas décadas han producido en la comunidad autónoma unos avances económico-sociales sin igual en la historia andaluza. Como motor imprescindible de este avance hay que situar al instrumento que lo ha hecho posible: el Estatuto de Autonomía, que ha descentralizado la acción política y reconoce las diversidades evidentes que conviven bajo la misma atmósfera. Gracias a ello, Andalucía, sin haber recuperado del todo su atraso secular con respecto a otras comunidades históricas de España, disfruta ahora de unas infraestructuras con las que era difícil soñar cuando llegó la democracia, y camina hacia la salida del túnel de la mayor pandemia que ha asolado al mundo en el último siglo con el impulso de unas cifras de creación de medianas y pequeñas empresas que nos colocan como uno de los motores del país en la creación de empleo.

Tras los esfuerzos de la crisis viene otra etapa, en la que Andalucía debe encontrar su sitio. Con la misión de seguir creciendo sin dejar a nadie atrás, con capacidad para ilusionar a la sociedad y permitir el regreso del talento, y con políticas de desarrollo económico eficaces. Sin pecar de un optimismo fácil, la autonomía andaluza y su Parlamento --un foro consolidado en el que, con las discrepancias lógicas por la variedad de ideologías, el debate es una herramienta constructiva- expresan un giro absoluto de la realidad social andaluza 40 años después. Mañana es una jornada para la felicidad y el optimismo de los andaluces, solo empañada por los misiles que sobrevuelan el cielo en la Europa del Este y las miles de víctimas que en los dos últimos años se ha llevado consigo el coronavirus. Pero el Día de Andalucía volverá a trasladar al global de la comunidad, como siempre, el sentimiento positivo y el orgullo ante los méritos alcanzados, en tantos registros de la vida profesional, por los andaluces distinguidos, medallas e hijos predilectos, que encarnan los mejores valores. Y volverá a ser también una ocasión adecuada para revisar el camino que se sigue y plantear objetivos.