La política es una disciplina sacada de un obituario o de las antiguas reseñas de nacimientos que aún publica algún periódico. Hay muertes políticas como la de Casado; resurrecciones para la arena nacional, como la de Feijóo; y alumbramientos como el de Yolanda Díaz. Mientras unos proyectos se desintegran, como el de Pablo Casado al frente del PP, otros se oficializan y echan a andar, verbigracia, el que anunció días atrás, desapercibido entre la turba de dimisiones del Partido Popular, con García Egea a la cabeza, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

La izquierda nos ha acostumbrado a avanzar un paso por detrás de lo que aconseja la mercadotecnia. Díaz anunció para primavera el comienzo de una gira de seis meses por España en el contexto de "un proceso de escucha" con la sociedad civil que servirá para armar su proyecto, del que solo conocimos el envoltorio allá por noviembre, cuando convocó un acto en Valencia junto a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, la líder de Compromís, Mónica Oltra, su homóloga en Más Madrid, Mónica García, y Fátima Hamed Hossain, miembro de la Asamblea de Ceuta por el Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía. Lo que nos espera es un Yolanda Díaz tour 2022.

El acto de noviembre sonaba bien, aunque poco supimos del bosquejo más allá del interés despertado por las cuatro mujeres empoderadas a las que siempre conviene escuchar. Tres meses después seguimos sin más noticias, aunque por la trayectoria trazada por la ministra (diálogo con los agentes sociales, reforma laboral, salario mínimo interprofesional de mil euros, feminismo) podemos hacernos una idea de las grandes líneas que alimentarán su programa. Pero nada de eso es novedoso. De todo ello ya puede presumir desde el Gobierno e incluso se lo puede apuntar el PSOE, su socio. Por tanto, poco más se sabe de otras propuestas suyas que puedan encandilar a un electorado que, como se ha visto en Castilla y León, comienza a bajar los brazos.

Yolanda Díaz no ha confirmado que vaya a ser candidata a presidenta. Pero el perfil bajo con que ha efectuado el anuncio de la gira indica que prefiere la cocción lenta a los fuegos de artificio. Y le honra, sin duda, aunque mucho me temo que los tiempos políticos no están para el ralentí y sí para la captación inmediata del nicho social al que la vicepresidenta apunta. Eligió para su anuncio una cadena de audiencia menor, el canal 24 Horas de RTVE, a la misma hora que internet se inundaba del chapapote generado por el hundimiento de Casado, con García Egea ya dimitido y dando explicaciones (o lo que fuera) a Ana Pastor en La Sexta. Cualquier politólogo resolvería que desperdició el prime time.

No están los tiempos, decía, para malgastar energía en amagos. Es de esperar que el espectáculo de canibalización que ha dado el PP comience a disminuir en cuanto se proclame a Núñez Feijóo, con el que presumiblemente la formación volverá a subir en las encuestas y aquí paz y allá gloria. La experiencia y la estadística apuntan a que nada ilusiona más a los votantes que la novedad bien vendida. Le ocurrió a Casado respecto a Rajoy y volverá a pasar en cuanto entronicen al líder gallego. Entretanto, la ultraderecha continuará alimentándose de las sobras que la crisis popular deje por el camino, mientras que el PSOE y Podemos representan lo ya conocido, sin otro aliciente que observar cómo se tumban entre sí sus adversarios y cómo Alberto Núñez Feijóo les levanta de la lona.

En política, una semana es un mundo y tres meses, un universo. Desde aquella foto de noviembre, Colau ha tenido que responder por acusaciones relacionadas con contratos municipales, Oltra anda dispersa en la imputación de seis cargos públicos acusados de encubrir los abusos de su exmarido a una menor tutelada y Mónica García y Fátima Hamed Hossain andan pertrechadas en sus respectivos territorios. El gancho de Yolanda Díaz es, por tanto, solo Yolanda Díaz. Dada la vertiginosa velocidad a la que corre la política, seis meses de gira se antojan un siglo, y es probable que el foco sobre la vicepresidenta se pierda antes incluso de que el tour empiece. Yolanda Díaz no debería dilatar más la exposición del proyecto que tiene para España y lo aconsejable es que despeje cuanto antes su futuro electoral. Luego ya tendrá tiempo de escuchar lo que la sociedad tiene que decirle.