Por si teníamos poco con la pandemia, ya no nos llega la camisa al cuerpo con la amenaza de guerra en Ucrania y naufragios varios; entre ellos el posible hundimiento del PP, si nadie encuentra una salida sensata al atolladero en que lo ha metido el bochornoso pulso de egos entre sus dirigentes. Así que, para no ser carne de psiquiatra ante tanto despropósito, les sugiero que hagan como yo y se agarren a lo bueno, que también lo hay y en Córdoba tenemos ejemplos recientes.

Por fin, después de una década sin prestarle la menor atención, los Sotos de la Albolafia, un monumento natural ahora asilvestrado en la parte más turística del Guadalquivir a su paso por la ciudad, serán objeto de una profunda limpieza que los devolverá a su ser: un espacio privilegiado de la naturaleza urbana junto al Puente Romano y rodeado de viejos molinos que son historia. Pero además los Sotos son un bellísimo ecosistema único donde anidan 120 especies de aves. O lo hacían, porque el follaje se ha hecho tan frondoso por falta de poda que a muchos pájaros les resulta inhóspito el paisaje y han volado hacia ramas más acogedoras. Según anuncia la Junta de Andalucía, esta misma semana, a modo de regalo por la celebración del 28-F, empezará a eliminarse esa vegetación sobrante que apenas deja ver el río. Una actuación que en principio durará diez meses, porque hay mucho que recortar y debe hacerse sin incordiar demasiado a los inquilinos de pico y pluma, que tienen su propio calendario vital. Se recuperará con ello una parte destacada del patrimonio natural, que también es cultura.

Como lo son los patios, pura esencia de lo nuestro y, desde que la Unesco los declaró Patrimonio de la Humanidad, una gallina de huevos de oro que hay que cuidar de todas las formas posibles. Por eso es de admirar el gesto de Bodegas Campos, que va más allá de lo comercial, de adquirir una casa colindante en absoluta ruina para unirla a las diez que este templo gastronómico ha ido ensamblando desde que en 1908 Domingo Campos llegara de Soria para levantar un negocio de vinos en el número 32 de la calle Lineros, muy cerca de ese río que vuelve a estar de enhorabuena. Se trata de Badanas, 15, cuyos tres patios acapararon premios del concurso hasta que sus vecinos, acosados por los años y las malas condiciones del inmueble, se recolocaron en pisitos más habitables y los jaramagos sustituyeron a las macetas. Ahora se unirán a los seis patios y dos patinillos con que cuenta el restaurante, que, como soñaba Paco Campos, alma de las Bodegas incluso desde su retiro de Málaga hasta su fallecimiento en 2020, consigue salvar una joya olvidada y enriquecer este inigualable museo de arquitectura popular, como suele definirlo el periodista Francisco Solano Márquez.