Una historia de un país construida de estupor en estupor. Un sistema político levantado a base de partidos que sólo se preocupan de sí mismos, donde el líder depende de los votos de su partido y no de los electores, y por lo tanto con su política de que con quien tiene que estar a bien es con su partido, y al pueblo, que lo costeamos y de quien depende, las migajas. Unas Cortes Generales que son sólo la escenificación de un continuo pitorreo, un continuo chalaneo, un derroche de falacias, mentiras, teatros e iniquidades. Ahora, de nuevo, el pueblo asistimos a otro espectáculo, otra escenificación descarada, impúdica, de lo que allá en las alturas cada día se montan los que viven a costa de engañarnos, embaucarnos y embarcarnos en ilusiones y mentiras. Mi ser histórico habitante de esta comunidad histórica está ya agotado cada vez que repaso estos casi cincuenta años de estupor. Aquella Transición con esta Constitución pactada entre dos señores con los vapores de una cena, que así aprobaban los artículos. Aquel histriónico amago de golpe de estado, que cumple años estos días. Aquel invento de Autonomías, que sólo sirvieron para dividir más aún, y para que nos siguiésemos envenenando todavía más. Aquellos partidos autonómicos, mamporreros del poder, para apuntalar la corrupción. Aquellos sindicatos, sin resolver aún, por ejemplo, la diferencia salarial entre hombres y mujeres. Aquellos nuevos partidos políticos, que sólo buscaban poder en el poder que decían regenerar. Y esta esperanza que me ahoga ante este nuevo espectáculo de navajeros, esta esperanza de que no ocurra como siempre a lo largo de la Historia, en los momentos decadentes, de que ahora no ocurra como ocurrió hace años con el otro partido político hegemónico: que de las aguas de los albañales, las alcantarillas y las letrinas salga a flote la hez de los mediocres, aflore y se haga con el poder. Sólo me queda esta esperanza y esta desesperación. Espero no sufrir este estupor y sus consecuencias de más ruina, más mentiras, más decadencia, más heces en el río de nuestra Historia. Ojalá el alma de los que de verdad valían y se fueron vele por que no nos hundamos un poco más en esta ruina nuestra de cada día. Ojalá el pueblo comprendamos que no somos vasallos, sino dueños de la patria.

*Escritor