Creo recordar que ya he dicho alguna vez que cuando quiero encontrar en la televisión una perspectiva de lo que está pasando, de las noticias del día, no encuentro nada mejor en la programación como los documentales de historia. Llama la atención la gran cantidad de veces en que se hallan en esos espacios claves que te permiten comprender lo que está pasando hoy mejor que con cualquier debate de análisis de la actualidad.

Por ejemplo, me sorprendió conocer cómo la Liga Rural Nacional, nacida en Alemania de 1921 de la fusión de dos partidos protestantes de derecha, buscó defender los derechos de un mundo agrícola maltratado y olvidado por otras organizaciones políticas, tanto de derechas como de izquierda, más centrados en captar los votos urbanos. El campo alemán, con una grave crisis incluso antes de reventar la economía mundial con el Crack del 29, languidecía y giraba a posiciones más radicales, tomando parte en los graves incidentes violentos del movimiento de gente (1927/28). El proceso de radicalización de esta organización agrícola se disparó cuando comenzó a oír los cantos de sirenas del partido Nacional Socialista, que pasó por entonces a presentarse como «el partido del campo», literalmente, sin sonrojo alguno tras haber sido siempre un movimiento netamente urbano.

¿Les suena a ustedes estos hechos en algo que haya sido actualidad en los últimos días?

Pues ya saben cómo terminó la cosa: en 1933, cuando se disolvieron todos los partidos menos el Nazi, las organizaciones políticas agrarias ya hacía tiempo que habían sido fagocitadas por el partido Nacional Socialista que, efectivamente, acabaría acordándose mucho del campo alemán... pero para imponerle condiciones aún peores, expropiando y haciéndose con sus recursos y usando a los trabajadores agrícolas y ganaderos como parte de su cantera humana de carne de cañón para las guerras.

Otro ejemplo de perfecta explicación desde la historia de lo que es rabiosa y enrabietada actualidad son las acusaciones desde la Casa Blanca y el Kremlin de que se están haciendo circular noticias falsas para propiciar los intereses de unos y otros sobre Ucrania. En EEUU, incluso, se ha llegado a vaticinar que Rusia está preparando un ‘autoatentado’ para justificar la intervención armada en la frontera e iniciar la guerra. Los EEUU saben de estas cosas. A fin de cuentas, William Randolph Hearst contó desde The Journal, el prototipo de la peor prensa amarilla, que el hundimiento del buque Maine en 1898 fue un ataque español, mentira gorda que amparó la Guerra de Cuba. Porque a veces se nos olvida que la última nación con la que hemos estado en guerra declarada y abierta no es otra sino los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier caso es toda una lección: la primera víctima en una guerra es la verdad, y se produce incluso antes del primer disparo:

Lo que no he llegado a ver aún en ningún documental de historia es algo que me ilumine sobre una tercera polémica que ha fascinado al país, la de los furibundos ataques contra la decisión del jurado del Benidorm Fest. Y es que, ya cansado de la jornada y zapeando, cambié de canal y me salió una película de zombis, de muertos vivientes merendándose a seres humanos. Por supuesto, tan cruel filme no me aclaró nada sobre lo ocurrido en Benidorm y en las redes sociales con tanta claridad como lo hubiera hecho un documental histórico... Pero no sé por qué me pareció evocador, extrañamente parecido.