Con emoción, con intriga y, por momentos, con bastante bochorno político, hace sólo unos días se aprobaba la reforma laboral en el Congreso de los Diputados. Un nuevo marco normativo que tiene como objetivo recuperar algunos de los derechos que los trabajadores y las trabajadoras perdieron tras las últimas reformas laborales que supusieron la consolidación de la temporalidad, la precariedad salarial y la base legal para la deshumanización de las relaciones laborales.

La recuperación del equilibrio negociador en los convenios colectivos que va a mejorar las condiciones laborales y los salarios, los cambios contundentes en la contratación temporal, la recuperación de la ultractividad, la reducción del periodo de duración en prácticas, el predominio en las retribuciones de los convenios sectoriales o la asignación de las empresas subcontratistas a la regulación de la actividad a desarrollar… son algunos de los logros que van a transformar nuestra realidad laboral.

En un mercado de trabajo tan precario como el cordobés, lastrado por la estacionalidad y con el dudoso honor de contar con uno de los salarios medios más bajos de toda España, la reforma laboral debe suponer un espaldarazo para avanzar en la estabilidad. Y es que, mes a mes, analizamos los datos de empleo y vemos como los contratos temporales suponen alrededor del 95%, mientras que apenas el 5% son de carácter indefinido. Uno de los principales avances de este nuevo reglamento laboral es el cambio en la filosofía de la contratación, que partirá de la premisa de la estabilidad para que la temporalidad sólo sea excepcional en los casos que, verdaderamente, se requiera. Se pretende terminar así con el vergonzoso abuso de la concatenación de contratos y el mal uso que muchas empresas han hecho de este recurso bajo el paraguas de una normativa que sólo pretendía empoderar a las empresas a la vez que desprotegía a los y las trabajadoras.

No obstante, es importante no engañar a la gente. Desde UGT hubiéramos sido mucho más ambiciosos en determinados aspectos, pero la negociación y el diálogo requieren de la generosidad de todas las partes para llegar a un consenso que sea garantía de cumplimiento y estabilidad. En el actual acuerdo faltan cosas, seguro. ¿Eso quiere decir que renunciamos a hablar de los temas que no han sido objeto de negociación, como el despido? Para nada. Logrado este hito, ahora nos toca seguir luchando para endurecer los despidos: limitando sus causas y elevando las indemnizaciones, porque hoy se puede despedir por cualquier motivo, a precio de saldo.

Ni las peores artimañas políticas han podido hundir un texto que nace del diálogo y del consenso. No sabemos si habrá sido una cuestión de ´justicia poética` o de eso que llaman ´karma`, pero lo cierto es que tras un camino lleno de obstáculos, ¡ahora sí, ganamos derechos!

** Secretario general de UGT Córdoba