Conecté TVE-1 para ver el encuentro de tenis en Melbourne, Nadal frente a Medvedev, y no hubo nada. Durante unos segundos me pareció estrambótica la ausencia en pantalla del mejor tenis del mundo, con la participación de un español. Pero una vez más me confirmaba TVE que no es la tele del público, de la sociedad. Ante un verdadero acontecimiento deportivo ganó lo privado a lo público. La parte del Gobierno más radical -¿de colisión o de coalición?- tan machacona en favor de lo público permaneció silenciosa ante tamaño desatino. Supongo que surgiría la excusa de lo caros que son hoy día los derechos de retransmisión. Qué ahorradora es RTVE, órgano de la Moncloa tan dilapidadora en otras cosas.

Pero tal actitud no es extraña. José Ignacio Wert, que fue consejero de RTVE durante tres años, dijo durante una entrevista: «¿Cómo se va a organizar bien una Corporación que convoca un concurso público para elegir los miembros del Consejo de Administración y al final todo son cuotas de los partidos?». La solución no estaba en el concurso público sino en derogar el nefasto Estatuto de 1980. Desde entonces la Radiotelevisión Estatal tiene de pública sólo el nombre. Es coto privado del Gobierno y de los gobiernos de las comunidades autonómicas. Rosa María Mateo, administradora sin el control de un Consejo de Administración, dijo que estaría «unos tres meses». Pero no dijo «hasta que el gobierno quiera». Para colmo Alfonso Godal, vicepresidente de la Fundación Barça, tachó a Nadal de «representante del Estado enemigo». Menos mal que alguien con sentido común le ha obligado a dimitir.

*Periodista