Mucho dolor y sufrimiento. Ahora hablan, ahora se descomponen. Tristes o enfadados. Separadamente, lloran los tres. La historia es conocida: octubre de 2020, ellas se conocen y van al partido asegurando que él, con quien habían mantenido relaciones, las estaba acosando. El partido le retira el cargo de portavoz y le invita a renunciar a su escaño de diputado. Una información periodística lo precipita todo. Una brillante carrera política queda congelada, la de él. De las dos mujeres, una ocupa un cargo en los órganos del mismo partido.

Pasan los meses y ellas no le denuncian ante la justicia; la demanda la interpone él. El partido se disculpa y le devuelve la militancia. El acto de conciliación en los tribunales fracasa, y ahora el juez ha dictado un auto contra una de ellas por acciones de presión, amedrentamiento y difamación en más de 3.400 mensajes de whatsapp y en las redes sociales, del tipo ‘ara penjaré una foto feta per mi amb elements teus’ (’ahora colgaré una foto hecha por mí con elementos tuyos’), ‘Avui el que no dormiràs seràs tu’ (’hoy el que no dormirás serás tú) . ¿Por qué ellas no le denunciaron ante la justicia, en un primer momento? Y ahora, ¿por qué continúan callando? Las dos me aseguran que sus abogados no les permiten hablar claro, hasta llegar al tribunal. Entienden que el silencio es su defensa. ¿Hubo acoso? ¿Por parte de quién? ¿Relaciones tempestuosas? El juez dirimirá. Pero, quién gane, ¿realmente ganará todo lo que quiere ganar o saldrá diezmado? El prestigioso magistrado Pascual Ortuño me decía: «Los jueces no resuelven los conflictos; hay que ir a la mediación» (reconocida por la Generalitat). Mediar no es decir aquí paz y después gloria. Significa encontrar aquella solución que satisfaga las necesidades actuales expresadas por las partes, desde el acuerdo y con su colaboración. En este caso, supongo que se trata de restituir la credibilidad, la imagen y el prestigio personal, social y político para poder recuperar identidad y crear las condiciones para abrazar la salud mental y el bienestar. No es fácil; es posible. De ellas y él he oído frases como esta: no me importa que el partido lo restituya, tengo mucho miedo y yo no quiero hacer daño a nadie.

*Periodista y psicóloga