Me encanta la campaña publicitaria en paradas de bus (por cierto, tan distinta a otra) que es fuente de autoestima, orgullo ciudadano y convivencia y en la que se identifica a distintos ciudadanos ‘anónimos’ con el patrimonio que atesora la ciudad, parte de él reconocido por la Unesco. Porque tenemos mucho más patrimonios que el que salvaguarda esta institución de la ONU y que, sin embargo, ni desmerecer ni suponen menos oportunidades para el futuro.

Uno de ellos es nuestro patrimonio ‘geográfico’, valga el adjetivo. Actualmente, el Grupo Considera, se llama así, está redactando la primera parte del nuevo Plan Estratégico de Córdoba, heredero de aquellos análisis y propuestas que perfilaron a finales de los 70 con Alfonso Genovés Laguna a la cabeza y del PECO de 1993, durante la Alcaldía de Herminio Trigo. En aquellos documentos se apostaba, entre otros muchos valores, por la situación estratégica de la ciudad para la reindustrialización. Pero todo se quedó en poco más que aguas de borrajas, y ni siquiera el PGOU de 2001, que ponía a disposición cientos de hectáreas de nuevo suelo industrial, concretó proyectos para el transporte y la distribución desde Córdoba, haciendo la salvedad de la apuesta de la Junta de Andalucía por el Centro Intermodal de Transportes de El Higuerón que, encima, ha tardado más de una década en desarrollarse y aún está encorsetado por la falta de la Variante Oeste.

El caso es que ya se ha anunciado que precisamente la privilegiada ubicación de Córdoba será uno de los ejes del nuevo Plan Estratégico. Ahora ya en serio, después de que el Ejército haya podido comprobar las oportunidades que ofrece Córdoba para su base logística. También la firma Silbón ha apostado por jugar en casa con su centro logístico mientras que Amazón estudia hace otro tanto.

Pero es de suponer que el próximo Plan Estratégico también recogerá lo pertinente que es aprovechar tanto el patrimonio reconocido como el que está sin reconocer por la Unesco. Patios, Casco Histórico, Mezquita-Catedral y Medina Azahara, por supuesto, pero también todo el patrimonio monumental, artístico y antropológico, comenzando por desarrollar el lentísimo plan Alcázar-Caballerizas.

Más razón que un santo tenía en el artículo que publicó en Diario CÓRDOBA el lunes el catedrático de Arqueología Desiderio Vaquerizo proponiendo un «Consorcio de la Ciudad Monumental de Córdoba o, mejor aún, un Instituto Universitario de Arqueología y Patrimonio», para poner en valor con sentido común una ingente riqueza. Las últimas décadas se ha reprochado mucho que Córdoba haya crecido de espaldas a su río. También lo ha hecho de espaldas a su suelo.

También está ese patrimonio natural inigualable del bosque mediterráneo del que podría disfrutar Córdoba si se pusiera en valor con el Plan de la Sierra y que está a solo 5 kilómetros de su casco urbano. Un lujo que ya quisiera cualquier ciudad europea. Por no hablar de que ya se estudia como una riqueza olvidada y a reivindicar el patrimonio histórico industrial del municipio y, ahora, de manos de la Federación de Asociaciones Vecinales Al-Zahara, la reivindicación del patrimonio agrícola, que quiere reconvertir cortijos abandonados (alguno del Ayuntamiento) en centros de promoción, preservación, divulgación, encuentro ciudadano, turismo e investigación de nuestras raíces rurales.

Y por supuesto, y volviendo al principio, está el patrimonio humano. No he visto a gente con más aguante y paciencia ante los agravios que la que se encuentra en Córdoba, entre otras muchas de sus virtudes.