A ver si ustedes lo entienden. El último informe de Oxfam Intermón que mide la distribución de la riqueza en el mundo, señala que la riqueza de los que ya eran ricos se ha multiplicado durante la pandemia mientras que el resto se ha empobrecido. Con más precisión: el 1% de la población es más rico y el 99% más pobre. Unos 160 millones más de personas se han sumergido en la pobreza. Solo el España los pobres han aumentado en un millón.

Y por si Oxfam no le merece crédito, Cáritas denuncia que once millones de españoles están en exclusión social, de los que 2,7 millones se encuentran entre los 16 y 48 años. Precisando algo más: 23.000 personas se han hecho más ricas en nuestro país durante el periodo citado y 47 millones más pobres, sobre todo los jóvenes, las mujeres y lo inmigrantes.

Pero que las desigualdades aumenten sin parar no es nuevo ni lo es la constatación que nuestro sistema es una máquina de crear desigualdades. Lo nuevo es que al Estado de bienestar que se monta tras la II Guerra Mundial se lo ha cepillado la reacción neoliberal y ha ido desapareciendo la clase media que era el remedio que se había ideado contra la lucha de clases. En el llamado Estado del bienestar los ricos seguían siendo más ricos, claro, pero había menos pobres. Y funcionó. Se declaró el Fin de las ideologías (Danuel Bell) y el fin de la historia (Fukuyama) Se abolió la revolución. Ni derechas ni izquierdas. Una sola clase: la clase media.

Esa utopía idílica ha desaparecido como un espejismo con la pandemia y las ideologías vuelven a mostrar al desnudo su carácter de clase.

¿Qué es una ideología? Pues miren: Con el incremento de renta y patrimonio de esa minoría multimillonaria se podría vacunar a toda la población mundial del covid-19 y, ya todos sanos y contentos, sobraría para otras necesidades. Necesidades hay muchas además de la salud. Pero no sé si les gustaría a los ricos tanta salud en el mundo.

O este mínimo caso: con solo una fiscalidad justa y proporcional a las rentas multimillonarias nacionales se podría financiar la ayuda a la vivienda para los jóvenes que pretende nuestro Gobierno. ¿Y qué ocurre? Pues que el señor Casado no lo ve bien porque, en su opinión, atenta contra la libertad empresarial y la propiedad privada.

¿Ven? La ideología de la derecha arrima el ascua a la sardina del capital y la de izquierda va parcheando remiendos, lo que resulta incomprensible si se piensa en la desproporción numérica entre ricos y pobres.

Algo habrá que hacer para estos no se rebelen. A mí no me pregunten. Yo soy un humilde comentarista político y no tengo ideología.

*Comentarista político