Partir en busca de la Luz un 25 de diciembre es algo que no sucede todos los días. Tiene un no sé qué de búsqueda primordial. De diálogo con el infinito. Resulta muy navideño y linda con lo maravilloso. Es como ir al encuentro de la Creación y asumir el riesgo de plantearse nuevas preguntas pero también la necesidad de asumir nuevas respuestas. Aunque quizá lo más estimulante sea lo más inquietante: «No sabemos qué es lo que vamos a encontrar». Es Ciencia sí. Pero con un enorme sabor a aventura. El telescopio espacial James Webb, camino en estos momentos hacia el punto Lagrange 2, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra ha pasado ya a formar parte de las apuestas de una década que aspira a ser prodigiosa en avances científicos. En este caso atisbar la luz de las primeras estrellas del Universo, emitida hace 13.700 millones de años, que permitirá, por espectroscopia, obtener una importante información sobre el origen del Cosmos. Todo es cosa de un espejo, recubierto de oro y formado por 18 exágonos, que da al observatorio la apariencia de una nave cuya vela estuviese formada por la unión de 18 logos de la UCO. Casi un mensaje para nuestra Alma Mater cuando cumple medio siglo: seguir navegando hacia la luz. Las crónicas hablan también de que, poco después, justo el último día del año, nació en el BOE la Agencia Espacial Española.

Quizá pudo parecer que el mundo se volvió algo loco ese día de Navidad. Quizá pudo pintar salvaje y brillante disparando chispas al espacio. Ambas frases parecen que ni pintiparadas para el despegue del Ariane 5. Pero en realidad se escribieron allá por los años 50 del siglo pasado. Y las aprendimos, en 1961, ante una pantalla, cantadas en la noche, en torno a una escalera de incendios del Upper West Side de Nueva York. ¿Recuerdan el comienzo? « Tonight, tonight the world is full of light with suns an moons all over the place». El mundo estaba entonces lleno de luz, de soles y de luna para Maria y Tony. Hoy los peldaños y la ventana de Natalie Wood siguen siendo uno de los iconos inmortales de ‘West Side Story’; eso sí, con permiso de ‘Moon River’ y la escalera y ventana de Audrey Hepburn en ‘Desayuno con diamantes’. Un entorno que no falta en la nueva versión de Steven Spielberg -hace pocos días premiada con tras globos de Oro en la antesala de los Oscar- donde se potencian todos los componentes hispanos del film incluso manteniendo los parlamentos en español, sin subtítulos en inglés. Dice su director que, siendo el segundo idioma estadounidense, no son necesarios.

Además le ha echado salsa al asunto. El propio Bernstein, autor de la banda sonora, fallecido en 1990, reconoció en su día que en el film de Robert Wise estaba prácticamente ausente la música latinoamericana. De modo que, aconsejado por John Williams, Spielberg lo ha solucionado echando mano ni más ni menos que del venezolano Gustavo Dudamel, el director de orquesta más joven que ha conducido la Filarmónica de Viena en el concierto de Año Nuevo. Dudamel tuvo el privilegio de dirigir algunos conciertos de la Filarmónica de Nueva York con la misma batuta que lo hizo Bernstein en vida.

Entre luces y palabras ha navegado también la FundeuRAE escogiendo «vacuna» como vocablo del año. Con las vacunas hemos empezado a ver más cerca la famosa claridad al final de ese túnel del que no acabamos de salir mientras que, a falta de otras luces, nuestros políticos se afanan, indesmayables, en enriquecer el diccionario de denuestos y baldones más allá de los que nuestro buen señor Don Quijote profería a quienes a Sancho manteaban. Al mejor estilo Muñoz Seca la política se ha convertido en una especie de juego de las siete y media donde si unos no llegan, los contrarios se pasan. Pero no decaiga el ánimo, también propicia insospechadas matizaciones conceptuales para términos como, por ejemplo, derogación, con tal de mantenerlos en activo. La cosa tiene aroma a verso de Blas de Otero y canción de Paco Ibáñez, o sea, que al menos quede la palabra. Aunque ya se vea sustituida por la de contrarreforma, que da más oportunidad a las ironías. A veces las palabras de unos sirven para dejar sin ellas a otros. Verbigracia anunciando el advenimiento de una unidad de destino en lo maravilloso que superará todo tipo de desavenencias abriendo nuevas eras políticas. A alguna vice la ha iluminado el tiempo de Adviento.

Mirando la imagen quebrada de la vieja encina de Rute -tantos siglos encima doblan cualquier espalda- me pregunto si no habrá querido también arrojar más luz sobre el deterioro de los espacios medioambientales. Las encinas son muy sabias y tienen su propio lenguaje. Pero ninguno tan eterno como el de Maria y Tony iluminando con sus palabras aquella vieja escalera del West Side.

*Periodista