Hoy me siento constructiva, así que no voy a hablar de la última polémica del ministro Garzón, sino que le voy a hacer una sugerencia. Dado lo muy en serio que se toma su trabajo, le señalo un jardín en el que debería meterse de cabeza: el de la pérdida de derechos como consumidores que tenemos los usuarios de los bancos (que somos todos). Especialmente los de la tercera edad. Harta estoy de escuchar que cada vez nos tratan peor, de ver colas en las puertas de las sucursales de personas que tienen que hacer trámites presenciales. Harta estoy de decirles a mis padres que aprendan a usar el cajero para más cosas que para sacar dinero, que esto no va a ir a mejor. Tan harta estoy del maltrato al que nos someten impunemente que pido amparo desde aquí al ministro de Consumo, el único que parece que no se achanta por pisar unos cuantos callos. Y pido a esos jubilados que se manifiestan cada lunes por sus derechos que apoyen la moción.

Estamos dejando fuera a las personas mayores, a las personas con dificultades cognitivas, me están dejando fuera hasta a mí. Ya está bien. Ya está bien que manden a los ancianos a arreglárselas al cajero cuando muchos ni siquiera se apañan con un smartphone. Ya está bien de que dejen a poblaciones pequeñas (y no tan pequeñas) sin cajeros. Ya está bien de que nos coloquen comisiones por el morro, que me callaría si me dieran servicio, pero es que encima no me lo dan.

Así que adelante, ministro Garzón: ahí tiene un campo de batalla en el que enfangarse. Legisle que esto es una vergüenza. Y le juro que además la oposición va a tener difícil decir que le parece mal. ¿O qué pasa, que no hay jubilados de derechas?

*Periodista