Tal vez a los jóvenes de ahora les costaría entender y hasta creer, que hubo unos tiempos en los que la única pantalla doméstica que existía era una televisión en blanco y negro con dos canales. Eran los años 70 por los que transcurrió la infancia de muchos como un servidor y la adolescencia. La programación se interrumpía por la noche. En esa década, no había televisores en todas las casas, y algunas noches, los vecinos se reunían para ver juntos la programación. El riesgo de que un niño o niña pasará más horas de la cuenta viendo la televisión era técnicamente imposible, por lo que los niños nos dedicábamos pues a eso, a ser niños y en nuestro tiempo fuera de las aulas y las tareas la actividad física era el epicentro y motor de nuestros juegos y actividades. En definitiva sudábamos. Este concepto de sudar en la infancia o adolescencia que pudiera parecer prosaico y vulgar encierra toda una filosofía de salud. Hoy en día los niños y niñas sudan muy poco, que es lo mismo que decir que se mueven poco y como consecuencia realizan poca actividad física. Ahora los niños miran demasiado tiempo las múltiples pantallas que hay en casa. Y está claro que en la mayoría de las veces, cuando un niño mira una televisión o la tablet, está sentado o acostado. Esto significa que a medida que pasa más tiempo frente a las pantallas, también pasa más tiempo siendo sedentario. Y de esta circunstancia los pediatras están dando buena cuenta de los problemas de salud que acarrea. La pandemia y los confinamientos han llevado esta situación a su paroxismo. Los especialistas a nivel general recomiendan para que no afecte a la salud de los niños no pasar más de dos horas frente a cualquier tipo de pantalla. Los de mi generación no pasábamos más tiempo del que duraba Heidi o Viki el Vikingo. Aunque la cuestión ahora es: ¿Cuántas horas de pantalla pasan los niños y niñas de su entorno?.

 ** Mediador y coach