El escritor y humorista conocido por El Perich tiene una frase que me viene como anillo al dedo para mi tema de hoy. Dice: «La esclavitud no se ha abolido, se ha puesto en nómina». Y es que desde mi punto de vista el callar sin protestar a todo lo que vaya cayendo no deja de ser una esclavitud que nos colocan en «nómina» sin que nos atrevamos a rechistar. ¿Que los colegios son lugares seguros? ¿Qué hacen los maestros? Callar, cuando saben de sobra que los alumnos, aunque medien un kilómetro sus mesitas, se prestan cosas, juegan en los recreos, van y vienen a la mesa del maestro que desde la supuesta esclavitud, allá que, de forma presencial, corrige, explica y se contagia: dos, tres, veinte..., confinados y el resto a callar y seguir. ¿Que los organismos oficiales, más bancos, más Seguridad Social, etc. se confinan y para acceder a una simple consulta hay que apuntarse a una cola que da la vuelta a dos manzanas y cuando al fin logras entrar, recibes por respuesta que lo hagas telemáticamente? A callar o llorar cómo, con mis propios ojos y oídos, fui testigo de un pobre y desolado hombre que con lágrimas en los ojos se quejaba: «¡Sí yo no sé nada de eso! ¡Si tengo setenta y cinco años y no sé nada de los nuevos aparatos!» Por respuesta: que se lo haga alguien. ¿Qué necesitas una urgencia de cualquier tipo? ¡Cita por Internet y a esperar que te contesten, si te contestan! ¿Es que nadie protesta en una sociedad de mayores, o no tan mayores, cargados de malas historias y que ahora a la vejez se tendrían que apuntar a una «escuela» para aprender a manejar el complejo mundo de las nuevas tecnologías? ¡Pues no es nada, registrarse, correo, datos nombre de usuario clave, etc, y solo para empezar! Y entre tanto las terrazas a tope, las fiestas, las discotecas. Etc. Etc. ¿Los confinamientos solo son válidos para las horas de trabajo? A excepción, claro está, de los maestros para los cuales el confinamiento no ha existido ni existe, porque las escuelas, en boca de políticos, son lugares seguros. Pero todos a callar, porque las «nóminas» son el listado de nuestras obligaciones. Yo creo que en ellas se debería incluir, por nuestra parte, también el listado de injusticias de los que pueden y no hacen nada por arreglar este desmadre, pero como corderos caminamos, quejándonos entre nosotros y sin levantar la voz no sea que nos oigan y de un plumazo nos borren de la «nómina».

**Maestra y escritora