Desde que supe hacer la o con un canuto, empecé a escribirle cartas a los Reyes Magos. Un año descubrí, en el cajón de un aparador, la carta que yo creía estaba ya en Oriente. Lo pensé: no diré nada para no perder la ilusión del 5 de enero cuando los Reyes «ya vienen por el Portichuelo». Así empezaba una canción en Baena. Con el paso del tiempo sustituí la caligrafía por algo más etéreo. En mi mente «escribí» que me echen un libro y como siempre este año se ha cumplido: ‘Palabra de director’, escrito por Pedro J. Ramírez, al que conozco desde hace muchos años. Periodista que puede aportar su larga experiencia ante tantas vicisitudes políticas vividas. Quizá la lectura de este libro no me lleve a la frase de una de las vidrieras de la catedral de Winchester en Inglaterra: «Leer para alcanzar la serenidad». Sin embargo, me ayudará a desbrozar lo que ahora predomina: mucha comunicación y poca información. Es la baza del Poder cuando utiliza el marketing político para vender mucho humo. Volviendo a los Reyes Magos, no puedo olvidar el reportaje que hice para TVE sobre el monumento donde se guardan sus restos en la catedral de Colonia. La historia del porqué están allí, es mucho más interesante que la del origen del simpático señor gordinflón tan celebrado por todo el mundo. Y algo similar llevo clamando sobre el abeto. Los alemanes se emocionan con ese esbelto árbol y sus leyendas. Para mí el olivo es nuestro árbol de Navidad, el árbol sagrado de los dioses griegos. Lo llevo diciendo desde hace tiempo y por fin los Aceites de Oliva de España lo han divulgado con un buen video.

** Periodista