Los todólogos se están convirtiendo en un problema de características circenses. Un todólogo es aquel que sabe de todo y opina de todo, no porque antes se haya informado o documentado sino porque ha leído whatsapps, escuchado vídeos que le han mandado o, sencillamente, porque él lo vale. Suelen ser muy vistos los todólogos en las tertulias televisivas, donde cada uno reelabora los memes y otras cositas que ha recibido de personas de sus partidos (los partidos elaboran rápidamente consignas y esquemas a repetir como loros ante cualquier asunto), o de quienes consideran afines, siempre en contra de algo: en contra de las versiones oficiales, de las opiniones de la oposición, etc. Estos todólogos tienen más bien poca resonancia o credibilidad porque se retratan en cuanto abren la boca: el progre, el gubernamentalista, el carca, el tontucio, el que quiere hacerse notar, el rebelde, etc., y sus correspondientes en femenino, por supuesto. Lo malo es que suele haber todólogos más difícilmente identificables porque suelen venir revestidos del aura de la importancia o el prestigio del tipo que sea: económico, empresarial, social, jurídico, médico, académico, etc.

Estos todólogos no solo hablan de su campo, en los cuales podría concedérseles cierta o total credibilidad, sino que muchos hablan de cualquier todología. Suelo citar como mi todólogo preferido a Bill Gates. Habiendo creado Microsoft, ahora habla de ecología, de catastrofismo, de alimentación, de sanidad, y de todo aquello de lo que previamente se haya asegurado un nicho económico que explotar, para lo cual suele convencer previamente a tontos como Sánchez y otros líderes sin criterios sensatos sobre casi nada. Leo las predicciones (por favor, entre comillas) de Gates para 2022, porque este sujeto que no supo prever su fracaso matrimonial en este año ni ponerle remedio, sí es capaz de avanzar lo que pasará con la pandemia y otras cuestiones que, cuando uno las lee, piensa si no es que se pasa la vida escuchando a nuestros todólogos televisivos para elaborar sus propias conclusiones: banalidades, simplezas sin análisis, evidencias. Regurgita Todológicas Obviedades.

*Escritor