En dos días celebramos un nacimiento y me ha hecho pensar en qué me gustaría a mí que naciera en estos días. De todo lo deseable hay dos ideas que se reiteran: una vacuna para el coronavirus que cortara la transmisión o, por otro lado, una clase política española con la altura acorde a la responsabilidad que desarrolla. Doy por hecho que la primera nacerá, gracias a nuestros investigadores... Pero el alumbramiento de la segunda es más difícil. El espectáculo de los últimos días, de diversos políticos aludiendo a genitales, insultándose o vomitándose las mismas sandeces aprendidas unos a otros, me hace pensar que el nacimiento de una política de excelencia en nuestro país tardará. Y es que nunca es fácil dar a luz, pero parece que ver una nueva política española es, simplemente, imposible.
El parto es, históricamente, uno de los temas de la pintura clásica gracias al discurso bíblico, al que le debemos tres cuartas partes de la producción plástica en occidente. Así, la Natividad, ha sido representada por multitud de artistas, la mayoría varones, por lo que tenemos una serie de imágenes centradas en este momento tan singular (que podría simbolizar todos los tipos de nacimientos, en realidad); normalmente narraciones muy idealizadas e idílicas.
En pintura, una de las propuestas más originales es la realizada por la rusa Natalia Goncharova, en 1910, una vanguardista que formó parte del célebre grupo Der Blaue Reiter. Su Natividad es una de las pocas representaciones en las que la Virgen María está tumbada, amable, pero con la austeridad que le otorga el tratamiento lineal de las formas en el cuadro. Rodeada de mujeres, sin compañía animal ni varonil, el único varón de la pintura es el Santo Infante. Un nacimiento alegre, doloroso y escueto.
Esta obra nunca podría representar el nacimiento de una nueva política española.
Nuestra política actual se parecería más a la Natividad de Gauguin titulada ‘Te tamari no auta’. Es decir, a un desastre, ya que el pintor (al que ahora usan para vender tónicas) representó el nacimiento de Cristo a partir del nacimiento de una niña que fallecería al poco tiempo y que él había concebido con Pahura, una indígena de catorce años. Como ven, esto sí podría representar a nuestro reciente esperpento político nacional.
Feliz Navidad.
*Artista y profesora en la Universidad de Sevilla