Me uno como muchas artistas han hecho ya públicamente al apoyo a la campaña #YoTambiénUsoCannabis. Y es que a lo largo de los últimos doce meses yo también he probado el uso medicinal del cannabis para tratar mi dolor crónico y lidiar con sus múltiples caras. No me he fumado ningún «porro» ni me «he colocado». He tomado una cantidad pautada de aceites. Todo ello de la mano y el cuidado de la asociación Dosemociones. En todo momento sabía que no corría ningún peligro de adicción ni de sobredosis. No puedo decir lo mismo de mi tratamiento farmacológico -aprobado por el Estado-: tomo a diario potentes opioides, en concreto, oxicodona y sí, a mis treinta años he de reconocer que no puedo sobrevivir al día sin ella (y ésta sí causa adicción y puede dar lugar a sobredosis).

Vivimos inmersos en una epidemia generalizada del empleo de opioides y no hay problema ninguno. Sin embargo, si se habla de legislar el uso del cannabis, al menos su empleo terapéutico para no negar ninguna vía de alivio del dolor posible, saltan todas las alarmas. Y se compara un tratamiento del que podrían beneficiarse los 6 millones de pacientes con dolor crónico en España hasta con los Phoskitos, cuando he visto cómo ayuda a muchas de mis compañeras más que ninguna pastilla y han podido incluso reducir la ingesta de opioides.

Obviamente el cannabis no es la panacea: hay pacientes a los que les funciona y pacientes a los que no. Yo, desgraciadamente, soy de las segundas, pero eso no quita que no lo siga defendiendo y que crea que los pacientes que lo usamos y reivindicamos como alternativa no deberíamos ser juzgados socialmente.

Toda esta lucha se la debemos a la persona que hay detrás de Dosemociones y del Observatorio Español de cannabis medicional: mi amiga Carola Pérez, una de las personas a las que más admiro, a la que habréis podido ver recientemente en distintos medios. A los 11 años se rompió el coxis, se ha pasado décadas viviendo bocabajo, acarrea con 13 operaciones de espalda, encontró alivio en el uso del cannabis y se ha volcado en los últimos años en ayudar a otras pacientes y mover conciencias.

Aún hace falta que la sociedad tenga mucha más información sobre ello y sensibilizarla sobre su consumo seguro. Ella nos ha defendido en el Parlamento Europeo, en el Congreso... Y ha resultado víctima de acoso y ataques por todas partes, porque tras el negocio del cannabis se mueve mucho dinero e intereses que nada tienen que ver con la moralidad o la humanidad. Pese a ello no se ha planteado cesar en su empeño. Nosotras tampoco.

*Escritora