La oposición busca sentarse en La Moncloa con un gobierno de coalición, como el de ahora pero a la derecha y más allá de la derecha, y no se cansa de acosar al actual, ponerlo en la picota sin descanso, meterle una cuña en fisura, rajita o en un simple desconchón. Y a ver si revienta el ‘social-comunismo’. Su lema es «Divide y Vencerás», aunque de momento no les sale y ellos mismos están cosidos más bien con alfileres.

Ahora andan reviviendo la vieja polémica del 8M, con lo que disparan a varios pájaros a la vez: al Gobierno, al feminismo y a la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que va muy bien en las encuestas. Y es lo que yo digo: si la ministra sabía antes de esta fecha la gravedad de la pandemia y se lo calló, pues es una meiga mala, fistra pecadora. Y si lo dijo y no le hicieron caso, es un Gobierno malo, perverso, que pudo evitar nada menos que veinticinco mil fallecidos. ¿Te das cuen? Y si es un Gobierno pésimo, el peor de la democracia, es porque Sánchez ha pactado con los totalitarios comunistas, los traidores nacionalistas y los muy, muy irredentos terroristas de Bildu. ¡Cobarde!

¡Por la gloria de mi madre!, hay que darle con el mazo a la cuña y que se convoquen nuevas elecciones y a ver si agarran el poder y echan a estos judas del país. Ellos son los buenos, honestos, excelentes administradores del dinero público y salvadores de la patria. ¡Al ataque!

Pero ¿y si todo tiene la finalidad de desviar la atención de sus luchas internas, de sus casos de corrupción, de enturbiar los éxitos de la gestión de la pandemia precisamente? ¿Y si es solo una estrategia de desgaste cuyos argumentos y presunciones se mantienen unos días en base a simplezas o barbaridades cuando no calumnias que son desmentidos por la razón, el sentido común, los hechos mismos y, dentro de la presunción de inocencia, pasan a los tribunales, que va siendo el último recurso para dilatar los procesos? Pues nada: las oportunidades surgen en política, si no, se buscan o se inventan y abordan nuevos temas las siguientes horas o días. Trabajan mucho, muchísimo. Es un prodigio de liviandad e inmediatez el resultado. Y es lo que yo digo: la mentira elevada a la categoría de esencia con una masa muy superior a su peso histórico. Lógicamente, se hunden en la frustración. No han leído el principio de Arquímedes, sino más bien a Maquiavelo. Pero remar, remar, lo que se dice remar en la barca común de esta época azarosa, nunca. ¡Hasta luego, Lucas!