A lo largo de este año, nuestro periódico ha venido celebrando el 80 aniversario de su fundación, allá por el mes de julio del año 1941; el día 20, su presentación oficial, y el día 25, su primer numero publicado. El pasado jueves, 2 de diciembre, tuvo lugar el acto central para conmemorar el 80 aniversario de este periódico, con un concierto extraordinario de la Orquesta de Córdoba, en la Mezquita-Catedral, y posteriormente, con una cena de gala, tipo cóctel, en el Palacio de Congresos. Cuando se celebraron los 50 años, y en la edición del día 28 de julio de 1991, dediqué mi articulo, entonces en mi habitual sección ‘El domingo de la vida’, a glosar las «bodas de oro periodísticas» de nuestro diario, con el titulo: «CÓRDOBA, días de oro y rosas». Quisiera reproducir hoy algunos párrafos de aquel articulo, en el año del 80 aniversario del periódico, como homenaje de recuerdo entrañable a todos mis compañeros y a tantos lectores como engrandecieron el más importante medio de comunicación de los cordobeses. Este texto se escribió y publicó en el año 1991. Ya ha llovido. Aún así, y a pesar de tantos cambios políticos y sociales, muchos de sus mensajes mantienen su frescor a pesar del tiempo.

CÓRDOBA, el periódico que vive estos días sus bodas de oro, -cincuenta años de periodismo nos contemplan-, días de oro y rosas, celebración gozosa de una efemérides amasada por varias generaciones de periodistas, de trabajadores especializados, de administrativos, de repartidores y de lectores».

CÓRDOBA, el buque-insignia del periodismo cordobés, el adelantado de la noticia, la fortaleza de la información inamovible en las hemerotecas, el periódico nacido después de una guerra, al calor de ideales y consignas que los hombres de aquella hora rubricaban con su esfuerzo y pundonor profesional, más atentos a su deber que a su derecho.

CÓRDOBA, el periódico que guarda en sus pliegues los partes oficiales, las notas de inserción obligatoria, las reseñas para publicar en lugar destacado, pero también los brillantes reportajes, las entrevistas más cotizadas, las secciones que cubrieron de gloria ámbitos culturales, sociales, políticos y económicos.

CÖRDOBA, la vieja Redacción de la plaza del Cardenal Toledo, con más corazón que técnica, cuando la noticia mandaba más en los periodistas que los periodistas en la noticia; cuando el viejo teletipo jadeaba cansado y agotado, pidiendo que llegara deprisa el desarrollo que otros países disfrutaban; cuando el alba saludaba a la rotativa en sus últimos estertores.

CORDOBA, el edificio rutilante, iluminado y feliz en estas fechas, que mira hacia atrás sin ira pero con muchísimos recuerdos sembrados en la alta madrugada cordobesa, en la besana de una opinión pública que fue creciendo en interés y en emoción al compás de las páginas de este diario hasta saborear hoy la plenitud y el gozo, adultos ya ambos en la nueva sociedad democrática.

CORDOBA, el telón de fondo que proyecta imágenes de tantos colores como gustos para sentir la gama de contrastes, -de contradicciones también-, que marca siempre nuestro destino y nuestros pasos, imágenes muchas veces para el sonrojo y la vergüenza, pero también, otras tantas, para el orgullo y la satisfacción.

CÓRDOBA, el proyector de noticias sobre la piel de una ciudad profunda que, a veces, notó el dolor y se sintió herida; a veces, golpeada; a veces, increpada, pero también ensalzada en sus méritos, cantada en sus valores universales, glosada cada día con dedicación plena.

CÓRDOBA, pantalla abierta en la noche para soñar, foro para dialogar entre penumbras y claridades, ágora para discrepar entre crepúsculos.

CÓRDOBA, la cabecera que pasea el nombre de su propia ciudad como inversión gratificante de aprecio y de estima y que recibe como recompensa a tal honor el haberse convertido en el periódico de los cordobeses.

CÓRDOBA, un periódico para un pueblo, que veló siempre las armas de la posible competencia y que afrontó con valor sus propios retos, incluidos los dos ideales más sagrados de todo órgano de comunicación: el ensanchamiento de la inteligencia y el fortalecimiento de la libertad.

CÓRDOBA, el poder y la gloria, la conciencia diaria que se convierte en incentivo y crítica, en voz de alerta y en resistencia sostenida. Nada hay más sagrado que la palabra con la cual un alma pasa a otra alma para existir conjugadamente.

CÓRDOBA, el periódico que luce hoy en la solapa de su historia una larga lista de periodistas acreditados, independientes e imparciales, de profesionales brillantes, de colaboradores ilustres, todos formando parte de sus páginas y de su éxito.

CÓRDOBA, espejo de nuestras realidades y paisajes que, al fin y a la postre y a pesar de tantos maquillajes, nos devuelve el reflejo de lo que somos y sentimos, nos descubre defectos y nos pone al descubierto arrugas y pesares. Podrán o no resistirlo nuestras pupilas, surgirá el enfado, pero el espejo habrá cumplido su deber y quedará intacto.

CÓRDOBA, acercamiento al mundo, actualización fecunda de la historia, apertura de las nuevas y necesarias posibilidades.

CÓRDOBA, estructura y alma, empresa y fábrica, pero ante todo y sobre todo, periodismo y periodistas. Y ellos son, somos, ministros de la palabra, intérpretes de la situación, transmisores de la realidad, exégetas de la condición humana, educadores del pueblo, testigos de la insobornable esperanza humana.

CÓRDOBA, hoy fiesta, ayer recuerdo, mañana promesa. CÓRDOBA, el periódico que ha vivido esta semana su efemérides de oro y rosas. Bueno será contemplarlo, los que formamos parte de su historia y de sus fibras, desde la atalaya más luminosa, poética, utópica e ilusionada».

Este articulo se escribió hace ya 30 años, pero he querido reproducir buena parte de sus párrafos, al celebrarse los 80 años, de la fundación del Diario CÓRDOBA. Hoy todo es nuevo y distinto, y el periodismo de esta hora es radicalmente distinto del de aquella hora. Por eso, quizá, «recordar el pasado no es nostalgia, sino reflexión y acción para encarar futuros».