Está la familia a la mesa, con el informativo de la tele puesto. 25 de noviembre. Relatan que ni el Parlamento de Andalucía ni el Congreso de los Diputados han podido sacar adelante una declaración institucional unánime en el día internacional contra la violencia machista porque Vox ha votado en contra. Dice uno de los comensales varones: «Pero, ¿por qué?, ¿por qué vota Vox en contra?». No lo comprende, claro, ¿cómo no apoyar a las mujeres cuando una estadística sangrante, clara y meridiana por desgracia, nos está hablando del dolor que infligen algunos hombres a sus parejas en aras de la dominación y el sometimiento, llegando hasta el asesinato de ellas y/o de sus hijos?

Este hombre no lo entendía, y es que no puede entenderse, porque no se explica, ni se argumenta en condiciones más allá del simplismo de «la violencia es maldad y no distingue de géneros» (que se lo digan a las 37 asesinadas este año y a los 24 huérfanos), de «los chiringuitos feministas» y de conceptos que apelan a los instintos más primarios y menos solidarios de la gente. La autoexclusión de Vox de esas declaraciones institucionales y del pacto de Estado condujo a la paradoja de que esta formación se llevó buena parte de los titulares de prensa del pasado 25N.

El jueves por la noche, la candidata no designada pero en ciernes de Vox a las próximas elecciones autonómicas de Andalucía, Macarena Olona, salió por peteneras dando alegría a su cuerpo en un mitin y citó a Julio Anguita en vano. Dijo que «don Julio Anguita se sentiría orgulloso de Vox» por su «espíritu de lucha», así, sin anestesia, y reclamó el voto de una clase obrera supuestamente engañada por la izquierda. La diputada por Huelva y portavoz parlamentaria de su formación celebraba en Lepe el aniversario de las elecciones en las que su partido obtuvo 11 diputados al Parlamento de Andalucía y entró en la institución, y se permitió añadir que Anguita estaría «avergonzado» de las formaciones de izquierdas.

A eso se le llama entrar en campaña. De inmediato, rugieron las redes, surgieron los indignados por la manipulación del llorado referente de la izquierda decente -tan querido y respetado en su Córdoba y en toda España- que ya no está vivo para terciar y dejar las cosas claras, y Twitter se llenó de grabaciones de Julio Anguita sobre la formación de extrema derecha, entre ellas aquellas en las que pide que no se le utilice y también en las que avisa a las clases trabajadoras de que si creen en el mensaje del partido de Abascal se verán pronto decepcionadas.

Son dos ejemplos, pero se puede poner un millón. No solo de Vox, evidentemente, pues también desde la izquierda a la izquierda de la izquierda se ven llegar mensajes sin otra utilidad cívica que soliviantar a los ciudadanos y hacerles hervir en calderas de indignación que conduzcan finalmente al odio. Pues sí. Si cuando Bill Clinton fue candidato a las presidenciales de los Estados Unidos se hizo famosa la expresión acuñada por su jefe de campaña, James Carville, «the economy, stupid», traducida en España como «es la economía, estúpido», ahora podemos tener claro que nos espera un año en el que el lema será «es el titular, estúpido», y seguiremos escuchando barbaridades en una Andalucía en la que el PSOE lo tiene difícil, la izquierda a su izquierda está dividida al menos en tres grupos y las encuestas dicen que los votantes cada vez valoran más a Juanma Moreno, pero Ciudadanos retrocede y Vox avanza, lo que aleja en este momento la reedición del pacto de gobierno actual. Y Vox ya dice con claridad -es el otro titular de Macarena Olona que se diluyó con la ‘boutade’ sobre Anguita- que inaugurará su presencia en un gobierno autonómico cuando forme coalición con el PP tras las próximas andaluzas. Más incómodo para el PP moderado que representa Juanma Moreno imposible.