Escribir sobre el coronavirus es escribir triste , aunque al menos en nuestro país las cifras de fallecidos han bajado mucho. Se han cometido errores, pero incomparables con los aciertos. A pesar de tirarnos los trastos entre nosotros ante las demás naciones, hemos demostrado ser una sociedad unida; sobre todo el pueblo, que ha mostrado más unidad que el Parlamento. Nosotras y nosotros, que tenemos esa torpe manía de despreciar la aportación de cultura de España al Mundo, siempre ponemos como ejemplo de buen hacer a los pueblos y gobernantes del norte de Europa. Hasta que paradójicamente el coronavirus subraya nuestra valía. Porque aquí abajo hemos tenido una disciplina ejemplar, lo cual se trasluce en las actuales cifras semanales de fallecidos, que ya quisieran para sí esos países que creíamos tan adelantados. Por supuesto que no podemos alegrarnos de ello, pero sí sentirnos orgullosos como nación. Sin embargo, ayer mismo vi las cifras actuales de muertes en Alemania y quedé muy preocupado. Cerca de 400 personas en un solo día gozando de uno de los sistemas sanitarios más desarrollados del planeta. Por lo visto, por aquellos lares la oposición antivacuna ha hecho fortuna. Pero es que dicen que la nueva cepa Omicrón tiene tantas mutaciones que incluso pudiera poner en duda la eficacia de las vacunas. Pongámonos en el peor escenario, cual es que mientras adaptamos la vacuna, imaginemos medidas de aislamiento social. Si esto ocurriera, no queremos pasar por ese espectáculo vergonzoso al que hemos sido sometidos por la clase política en los peores días del coronavirus. Así que, ruego al Gobierno que no dude en tomar decisiones que se adelanten al virus para evitar muertes, y a la oposición que abandone el doble y contradictorio discurso de interés electoral. Porque no se puede criticar al Gobierno de que tomó decisiones tardías y luego no exigir el cerramiento de lugares que propician afluencia de público. Ya sé que hay que elaborar una guía que compagine vida y economía, pero por ello ruego más comunicación y, a ser posible, olvidar las elecciones. Por ejemplo, aún siendo cierto que el confinamiento ha sido declarado inconstitucional, lo ha sido por cuestiones formales y no de fondo. el confinamiento salvó muchas vidas y no se puede vender a la opinión pública que el Constitucional relativiza con la vida de la gente. Lo que es inconstitucional es el nombre de Estado de Alarma, que debería haberse llamado de Excepción. Pura confusión terminológica. Diablos, ¿Tanto vale el sueldo de un político para buscarlo a toda costa? Pues quien no entienda lo que de verdad vale la política, que no es poder sino servicio, que se vaya a coger aceitunas. Aunque intuyo que algunos ni siquiera harían el amago de levantarse temprano para ir a cogerlas...

* Abogado