La recuperación del antiguo Quiosco de la Música nos vuelve sobre los pasos de la historia de Córdoba, cuando la cultura formaba parte del latir popular de la ciudad. Y decimos popular porque esos espacios abiertos que son los quioscos culturales nacían con la vocación de regalar cultura a los cordobeses como el que regala una flor. Y regalar en el más amplio sentido de la palabra pues una de las principales vocaciones de un ayuntamiento es dar a conocer la cultura gratis, pues conocer y conocerla es amortizarla. Es cierto que ahora este espacio que se recupera para el acervo popular ya no convive con aquella que fue la Caseta del Círculo de la Amistad y que su estructura de forjado cubierta de zinc tan bien contrastaba con la construcción octogonal del quiosco. Y a la que en el año 1918, se añade un cuerpo de obra de fábrica de una planta diseñado por el arquitecto Adolfo Castiñeyra, con un estilo pseudomudéjar. Y decimos que no convive, porque el Mercado Victoria actual ha transformado de manera radical aquella caseta del Círculo. Y para muchos ha quedado disfrazada de manera precaria con esa arquitectura aséptica que tienen los cerramientos, y hasta en las hora de reposo del ocio parece un gran bote de cristal donde en el formol del pastiche, entre columnas de cinc y cristaleras, flota inerte ese romanticismo que tubo esta caseta hermana del quiosco. Que por cierto, no está puesta en unos jardines por gusto, sino por mor de la comunión del Arte con la Naturaleza: esencia de la Cultura. Pero qué le vamos a hacer. Tendremos que mirar y sentir el nuevo Quiosco Joven con unas anteojeras equinas, para que el paisaje de las mesas de bar al aire libre, más la disfrazada caseta del Circulo, no nos chirríe mientras degustamos esa agenda cultural que promete el recuperado Quiosco de la Música. Pero en fin, este parche sí casa al menos con todos los parches que tiene el asfalto de la avenida del Paseo de la Victoria.

** Mediador y coach