Sí, sería interesante darle a esta palabra una acepción como panadería, pescadería, churrería, y a quien atendiese ese negocio, el nombre de palabrero, o palabrera, como panadero, pescadero, churrero. Y es que no acabo de aprender. ¡Siempre la palabrería y vueltas con la palabrería, y a soltar palabras como churros! Hablar y hablar... ¡Qué fácil es hacer teatro! ¡Esos discursos a base de palabras rimbombantes, con toda esa comedia de quebrar la voz, tragar saliva, fingir emoción!, y arrancar el aplauso de los grillos, borregos y chicharras, en medio de esa ronca que me ofrece la llegada a su sueño prometido. ¡Esas poses, esos incisos, que parece que se van a quebrar en llanto! ¡Esos gestos! ¡Esas modulaciones en la voz!... Y no me harto. Hubo un tiempo lejano que peiné barba; luego, canas; luego, calva, pero no he aprendido. ¡Toda una vida y no aprendo! ¡Mira que soy zoquete, bobo, necio! Porque siempre me olvido de tanta palabrería ñoña cuando un mayo francés, y durante la Transición, y durante el cambio político, y durante el cambio del cambio, y durante aquel quince eme, y tantas emes, y en tantas clausuras de congresos de partidos políticos y sindicales. ¡Y viva Andalucía libre! ¡Y viva Andalucía viva! Y solo me refiero a lo que mis oídos han sufrido oyendo tanta eme, ¡porque si me remonto hasta la Revolución Francesa!... ¡Madre mía! ¡Ahora se inaugura en España otra nueva vieja palabrería! Pero siempre igual: unos pocos para la recova de unos muchos, y que sufran los tontos. Y todos me van a llevar a su paraíso palabrero. Pero lo malo es que siempre soy un cretino incauto, que aplaudo, y formo coro, y creo, y sigo manteniendo esos emporios de palabrerías, y sigo madrugando para ir cada mañana a mi palabrería de barrio, para cambiar el precio de mi vida por cuarto y mitad de quincalla, morrallas y mentiras. ¡Cómo disfruto oyendo lo que quiero oír! ¡Me gusta tanto desayunarme, almorzarme y cenarme con emotividad! ¿Mi realidad?... ¿Qué es eso? Yo, a mi pensamiento positivo, a buscar de continuo a quien me dé el caramelo que quiero chupar y hacer real. No quiero que me hablen otra cosa. Sólo quiero ser consciente en mi conciencia de mi consciencia. Yo en mi palabrería solo consumo lo que quiero oír. Para eso soy tan libre y tan revolucionario.

** Escritor