Y yo me pregunto que qué necesidad hay de que el jamón ibérico tenga que conquistar el mundo. Al parecer, la empresa, o la marca, o lo que sea que sea esto de Cinco Jotas, ha montado un GastroTour para divulgar el Paraíso de los Creyentes entre los bárbaros de ultramar en once restaurantes de Nueva York. Ya hace quince años que los USA autorizaron la importación de jamón ibérico, y pagan el doble por kilo que aquí, no sé si con hueso o sin hueso. La verdad, dada la no muy numerosa producción en términos absolutos del producto, a ver, por qué esos jamones que atraviesan el Atlántico no pueden quedarse aquí y a lo mejor ese suplemento (no digamos abundancia) abarataría un poquitín el coste en nuestra patria que es la misma que la del cerdo. Como decía mi abuela, «a menos bulto más claridad». Este afán de llevar la Salvación eterna a los paganos es muy nuestro, muy católico, y alguna vez tendríamos que aprender de los protestantes, o al menos de los anglosajones, que llevan siglos sin saber si son protestantes o católicos disfrazados bajo el armiño de los Royals. Aprender, por ejemplo, que Spain is First, España está primero, como decía Donald Trump en su despendolada campaña.

Y, ahora que se cumplen 100 años del comunismo español, rescatar lemas (adaptados) como el de «la tierra para quien la trabaja» cambiando «tierra» y «trabaja» por «jamón» y «lo aprecia». Bueno, a lo mejor el lema era anarquista, no me acuerdo, pero la filosofía del asunto («presunto» se llama en portugués al jamón) es la que es y se entiende, me parece. No, no hay ninguna necesidad de que los americanos conozcan más aún el jamón ibérico, porque los chinos están a la que salta y como haya que exportar allí el Paraíso, entonces sí que nos van a dejar nada más que el cuchillo para que lo olamos. Por ejemplo, ellos no muestran demasiado interés, los chinos digo, en exportar sus insectos y pangolines, y mejor que no, que luego pasa lo que pasa; aunque para meternos esas porquerías en la cocina ya hay tontos de capirote como el ministro Garzón y sus dietas raras, que ha escrito hasta un recetario sostenible o algo así. Para eso le pagamos, al parecer.

*Escritor