Llego al banco. Un cartel me avisa de que la caja está cerrada. Me dirijo a una trabajadora en la primera mesa: Hola, buenos días venía a entregar un papel de que estoy vivo. ¿Cómo? Sí, que para seguir recuperando mi plan de pensiones, una cantidad fija mensual, todos los años tengo que entregar la copia del DNI y este papel con mi firma. ¿Me dice su DNI? Claro, treinta millones setecientos veinticinco quinientos cuarenta y tres. A ver, a ver... un momento... ya... Pero usted no ha pedido cita previa. En el papel que he recibido no pone nada. Solo entregarlo firmado con la copia del dni, que desde luego la traigo hecha. Pues no va a poder ser. Todos estos trámites necesitan cita previa y usted no lo ha pedido. Pero mire, traigo el papel firmado, la copia del DNI, usted me ve que estoy vivo, hago transferencias con mi clave personal, recibo mi nómina de jubilado de hacienda, uso las tarjetas de crédito y de débito, pago escrupulosamente las domiciliaciones a mi nombre, ...Si, si, caballero, todo eso está muy bien... pero no pidió cita previa. Le repito que el papel no lo pone, pero ¿por qué no lo avisan? Lo siento mucho señor, buenos días. ¿Quiere cita para el lunes? No, no puedo, no estaré aquí. Bueno, pues para el martes 14. Tampoco estaré. ¿Quizás el miércoles? La verdad es que no estaré ningún día de la semana próxima. Oiga, tengo mucho trabajo, ¿por qué no llama a su asesora y le expone el problema? Yo no tengo ningún problema, solo quiero decirle al banco que estoy vivo. Es a lo que me obliga la entidad. Ya, ya, ya... pero no tiene cita. Es fácil, pídala. Yo no soy la responsable. Todo esto responde a una estructura superior. Estoy obligada. Ya veo el «banco» nos obliga a los dos.

Todo es bastante surrealista: una persona que está viva y viene al banco en persona tiene que pedir cita previa para entregar un papel que certifica que está viva. ¿No me han visto las cámaras de seguridad? Insisto. Seguramente. ¿Entonces? Caballero, por favor se lo pido, solicite una cita para demostrar que está vivo. Señorita, disculpe: ¿No le parece una forma muy estúpida de matar clientes y hacerles perder el tiempo? Ahora vuelvo a mi casa, me cuelgo del teléfono, solicito una cita y vuelvo la fecha que me digan para darle dos papeles: la copia del dni y mi firma en un recibo que acredita mi «vivencia anual». Mire don fulanito, a mí no me pagan por pensar, ya piensan otros. Yo cobro por seguir las reglas que establecen mis superiores. Y por favor, no me presione: Yo no puedo hacer nada. Pues vaya un trámite tocagüevos, con perdón, en plena era digital. En la travesía de la pandemia Covid lo entendería, pero ahora... ¿Cita previa para entregar un papel que traigo y que puedo darle en dos segundos?

Su majestad la cita previa se ha hecho dueña de las consultas de médicos, de la privada y la pública, de las revisiones en la ITV, de las comidas en los restaurantes y de la confirmación de tu borrador de hacienda. También se necesita para los trámites del padrón, para cambiar el aceite del coche y para renovar el carné de conducir. Nos vamos a pasar la vida pidiendo citas previas. Todo es cuestión de tiempo pero pronto tendremos que pedir cita para montar a nuestros nietos en un columpio, para comprar la fruta en el supermercado o echar gasolina en una estación de servicio. Y puestos a pedir, lo tendremos que hacer para hablar con los amigos por teléfono, tener un rato de amor con la parienta o el pariente o para salir a pasear por la plaza de las Tendillas una mañana de domingo. Todo es cuestión de tiempo.

Las citas previas pueden estar muy bien para planificar ciertos trabajos pero tengo la impresión de que, con frecuencia, es una excusa y se comete el error abusar. Presiento que algunas citas previas facilitan la pereza de los desganados, dificultan a la ciudadanía en multitud de trámites, favorecen a los frescos y a las instituciones que quieren evitar el trato directo y personal, duplicando el trabajo de los que las necesitamos, etc... etc... la cita previa se comprende, pero retrasa el funcionamiento normal de muchas actividades que podrían hacerse sin ella y desde luego ahorra dinero a los más grandes porque distorsiona las necesidades de los de a píe. Fulanito de copas ya tiene cita previa para ser atendido dentro de cuatro meses... así no tendrá que esperar... La cita previa ha venido para quedarse y se generaliza.

*Profesor jubilado