Para qué intentar ser como los demás si, aunque lo rehuyas, estás condenado a ti? Y en esa condena que se prolongará lo que dure tu existencia, tendrás que quererte, aunque siempre quieras ser como los otros y por eso haces cosas que tú no harías, pero si las hacen los otros, tú también las tienes que hacer, porque a pesar de estar condenado a ti, buscas en el aplauso de los otros la complicidad que solo obtendrás si haces lo que hacen los otros y entonces comprendes que tu infelicidad es absoluta, porque siempre quieres estar de la manera en que no estás, pero qué más da, porque nada puede ya cambiar y siempre harás lo que digan y hagan los otros, para de esa forma ser admitido y dejar de ser el chico desconocido al que nadie miraba y que seguía jugando solo frente a su puerta, que era de acero y siempre estaba cerrada.

Ayer por la noche quemaste todos los contenedores porque ellos dijeron que eso era lo que había que hacer y no dudaste y no quisiste ver que el modo en el que ellos destrozaban papeleras era muy diferente al tuyo, que lo haces porque solo quieres vivir en el presente, sin pensar en el futuro que para ti será de negros recuerdos por no haber comprendido que debías vivir condenado a ti y no a la jauría de muchachos que se mueven en manadas y con el único pulso de pensar que son valientes y brillantes por pintar fachadas, quemar contenedores, gritar, pegar y humillar.

No quieres levantar la voz y rezas silenciosamente para que no llegue una nueva noche, en la que tendrás que hacer lo que los otros digan y así ser uno más, ser como los demás y no el tipo que de niño dibujaba incógnitas y preguntaba sobre el presente sin confundirlo nunca con la realidad, que pronto te enseñó que tu forma diferente de ser y estar en el mundo era tu condena y por eso tienes que ser uno más, actuar como los otros, degradando y humillando con violencia, sin respetar, agrediendo e insultando y repitiéndote una y otra vez que tener conciencia es intolerable en un mundo donde la conciencia es solo una tonalidad borrada de nuestra piel.

Ha tocada la campana y sabes perfectamente qué hay detrás de ese sonido y lo que hay son los gritos de aquel muchacho que no quiso ser como los demás y se quedó condenado a sí mismo y al que vas a empezar a golpear para poder pensar que tú eres algo más. «Algo más que qué, te pregunto, que una piedra, ¿esa con la que quieres romperle la cabeza?» Me miras, pero no me ves y es que hace muchos años que dejaste de ver las cosas importantes y solo te mueves por imitación y con desdén, como si realmente la vida te hubiera torturado y lo que no has comprendido es que en tu vida todos los días tendrían que haber sido tuyos, pero tú los malvendiste y ahora ya no sabes ni quién eres.

PD: Para que todos podamos volver a casa sin miedo y sin ser agredidos por ese tú que eres tú.

*Periodista y escritora