Se relajan las restricciones covid y la cruda realidad no da tregua: las lesiones y peleas aumentan un 18% en Córdoba. Nuestra juventud sufre unos índices de violencia superior a la que vivimos los que ya somos talluditos; y no sólo la sufre, sino que la genera. Y eso que nosotros veíamos Mazinger Z, que según los nuevos expertos en contenidos para niños y jóvenes genera violencia. Pero las cifras son no sólo alarmantes, sino escandalosas para una sociedad que se asienta en el Estado de Derecho. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2019 se contabilizaron un total de 119.101 menores de 25 años condenados, la mayor cifra desde 2016. Además, los delitos cometidos por menores de edad también registraron cifras récord, al registrarse 26.049, frente a los 24.340 del año anterior. Asimismo, ese mismo año 52 menores de edad y 231 jóvenes entre 18 y 25 años fueron condenados por homicidios, superando también las cifras de 2018. Esto fue dónde se quedó esta terrible historia de violencia juvenil antes de la pandemia. La causa de esta violencia para los expertos está clara, incluso para los que somos profanos: los jóvenes violentos se sienten impunes. Pero no sólo es suficiente armarse de impunidad, sino que para ser violento han de faltar valores. Hay demasiados jóvenes a los que les faltan ciertas proteínas esenciales que no tienen nada que ver con las que algunos se toman para coger músculo y que son ética, moral, respeto, espiritualidad. Sin ellas el progreso de la sociedad no se desarrolla. Algunos piden leyes más duras. Pero además hay que dar a conocer la Ley a los jóvenes para que sepan que la violencia no sale gratis. Por desgracia estas historias de violencia no terminan como la de La Naranja Mecánica donde el personaje de Alex DeLarge, decide que no quiere volver a tener una vida abocada al crimen y se da cuenta de que lo único que necesita para darle sentido a su vida es formar una familia. 

* Mediador y coach